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José Enrique Rosendo

Zapatero, las pensiones y el Ibex

Si la euforia de la bolsa hace unos meses daba para Zapatero la medida del milagro español, ¿no es ahora también la bolsa el indicador de una crisis que aún niegan con contumacia absurda?

Hace unos meses el presidente del Gobierno reunía a la plana mayor del empresariado español en la casa donde trabaja Antonio Zoido para presentar un triunfalista informe de situación de la economía española elaborado por una eminencia, el director de la Oficina Económica de la Moncloa, el señor Taguas. Unas semanas más tarde, desde mi tribuna en Negocio, le recomendaba a ZP (para que luego me digan que ando de liberal-sectario) que anticipara las elecciones para octubre pasado, puesto que los nubarrones de nuestra economía eran patentes. Desde luego, no me hizo caso. Y aquí estamos.

Zapatero no eligió la Bolsa de Madrid por casualidad para presentar su informe. Los números de las cotizadas cantaban alegrías por doquier, y el dinero fluía como en una suerte de interminable mana bíblico. Todo eran alegrías y zambombas, sonrisas, aplausos y euforia. ¿Dónde mejor que allí, donde el verde coloreaba las pantallas casi a diario, para demostrar que España estaba obrando un auténtico milagro económico?

Los propios dirigentes gubernamentales justificaban su triunfalismo desmedido en el hecho de que la bolsa iba estupendamente y que seguiría así per secula seculorum. Tanta confianza que incluso se les ocurrió invertir el superávit de las pensiones en un fondo que invertiría en cotizadas, porque de ese modo podrían obtener más beneficios para el sistema público de la Seguridad Social (además, claro está, de mangonear con esos cientos de miles de millones de las antiguas pesetas en la política de numerosas empresas privadas, en lo que resultaría un salto cualitativo de intervencionismo público en las empresas). ¿Se acuerdan ustedes de todo eso? Posiblemente no, y esa es la suerte de algunos, que en este país la memoria es flaca y selectiva.

Si hoy Zapatero fuera por la Bolsa de Madrid, se daría de bruces con la foto fija de la situación económica del país que ha gobernado en estos últimos cuatro años. Empresas del calibre de Inditex, por ejemplo, llevan acumuladas caídas superiores al 28% desde octubre pasado, es decir, en tres meses. El viernes, el selectivo, bien alicaído en las pocas sesiones que llevamos de año, anotaba bajadas significativas, sobre todo para las empresas relacionadas con la construcción y el consumo, lo que da idea de lo que se nos viene encima. Y no parece que el rumbo que ha tomado la bolsa cambie en los próximos tiempos. Salvo un milagro en Estados Unidos, los bolsistas comienzan a descontar ya las vacas flacas.

Cabría ahora preguntar dos cosas al señor Zapatero. La primera: si la euforia de la bolsa hace unos meses daba la medida del milagro español, ¿no es ahora también la bolsa el indicador de una crisis que aún niegan con contumacia absurda? ¿Por qué no presenta ahora el señor Zapatero su programa electoral en materia económica en la Bolsa, como hizo con el informe de la Oficina Económica?

La segunda es desde luego más grave: ¿qué habría pasado con el fondo de reserva de las pensiones de haberse aprobado ya la ley propuesta por el PSOE que permitiría su inversión en renta variable? ¿Cuántas minusvalías habrían acumulado a esta fecha los señores del Gobierno?

De aquí a marzo las bolsas van a depender de lo que suceda en Estados Unidos: si entra en recesión, démonos por fastidiados a pesar de que el FMI presumía hace también poco tiempo de que la marcha de la economía europea ya no dependía tanto de cómo fuera la norteamericana (se han lucido). Pero además, en las próximas semanas vamos a conocer el cierre del ejercicio de numerosas cotizadas españolas, y comprobaremos cómo ha sido de verdad el 2007. Me temo que el último cuatrimestre, peor de lo que se ha dicho. Y escondiendo la verdad no vamos a poder resolver la crisis.

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