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Carlos Semprún Maura

Nuestros queridos vecinos

Convencidos como están de que Francia no es un país como los demás porque tiene una misión universal y divina, piensan que forma parte de su misión decidir quién debe ganar las elecciones, hoy en España, mañana en Estados Unidos.

El pasado viernes, 4 de enero, France-Info, una radio de información continua que depende del ente estatal Radio France, donde siguen dominando los sociatas, retransmitió un reportaje sobre las próximas elecciones españolas de marzo. Fue breve, porque utilizan métodos "homeopáticos", y es poco frecuente que sus reportajes superen los 5 ó 6 minutos. Más que un reportaje fue una emisión de propaganda a favor de Rodríguez Zapatero y de su estupendo balance en cuestiones sociales y económicas: habría creado el zapaterismo 3 millones de empleos (?), controlado la inflación, aumentado las pensiones modestas y los bajos salarios, legalizado los matrimonios gays, aumentado las subvenciones asociativas y creado los cheques-bebé, etc.
 
El único punto negro en esa retahíla de triunfos y datos positivos sería el fracaso rotundo de sus "negociaciones de paz" con ETA. Pero, se apresuraron a precisar los periodistas de France-Info, eso lo reconoce el propio Zapatero, y como bien sabido es, culpa confesa, culpa perdonada. Ni una sola palabra, en cambio sobre los nacionalismos periféricos y las fuertes tensiones generadas en España, debido a los nuevos estatutos, y el nuevo deporte "periférico": la caza al español.
 
Yo, ese viernes, escuché la emisión a las diez y media de la mañana, mientras tomaba mi café en bata, y fumando los primeros de mis 40 cigarrillos diarios. Una hora después, leía los grandes titulares de El País, que anunciaban en primera plana: "La economía acosa a los socialistas a sólo dos meses de las elecciones. La inflación se dispara al 4,3 por ciento. La tasa de paro crece a ni veles no registrados desde 2002". O sea, todo lo contrario de lo que afirmaba France-Info.
 
Esta contradicción se explica esencialmente por dos motivos; el primero, que ha he tenido ocasión de comentar en mis cartas, es que los medios y la clase política galos ignoran y desprecian la vida política, cultural y social española, que confunden con la de un país africano. El segundo, y para limitarnos a la actualidad sin remontarnos a las guerras napoleónicas, es que la mayoría de los franceses  aplaudió a Jacques Chirac cuando defendió a Sadam Husein contra George W. Bush. Y como José María Aznar adoptó una política diferente, los franchutes, furibundos, arremetieron contra Aznar y contra España.
 
Pero Zapatero es un buen chico; ha vuelto al redil diplomático francés, o así lo dice, y todos, desde Sarkozy hasta el troskista Besancenot, ese niño litri, apoyan a Zapatero contra Rajoy. Considerando, además, que España debe ser un felpudo para los gloriosos zapatos franceses y no un país "respondón". Además, convencidos como están de que Francia no es un país como los demás porque tiene una misión universal y divina, piensan que forma parte de su misión decidir quién debe ganar las elecciones, hoy en España, mañana en Estados Unidos.

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