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Soluciones simples a problemas complejos

Las soluciones simples a problemas complejos son sobre todo atractivas y casi siempre erróneas. Y peligrosas; no olvidemos que son nuestros hombres los que están ahí fuera.

La limitada utilidad de los MRAPs, los vehículos especiales de protección contra minas y explosivos, es uno de los grandes debates de los últimos meses entre los expertos militares estadounidenses. Este vehículo blindado, diseñado para proteger a los militares contra los artefactos explosivos improvisados (IED) en teatros como Irak y Afganistán, no es el más adecuado para luchar contra una guerrilla; es demasiado pesado para circular, maniobra con dificultad y tiene poca capacidad todo-terreno, lo que limita enormemente el número de rutas y terrenos por los que puede transitar. Es un buen vehículo antiminas pero su capacidad de combate es nula y se aleja de las necesidades de la estrategia contrainsurgente actual. Los militares estadounidenses han lanzado el mensaje de que los MRAPs no serán una parte dominante de su parque de vehículos tácticos sobre ruedas. Tanto el Ejército como la Infantería de Marina han pedido una reducción de sus respectivos pedidos iniciales.

¿Cómo afecta esto a nuestras Fuerzas Armadas? Eso es precisamente lo que nos gustaría saber. El Ministerio de Defensa acaba de recibir los 10 primeros MRAPs,que tienen como objetivo proteger nuestras tropas desplegadas en Afganistán y Líbano, gracias a las prisas del ministro Alonso en noviembre de 2007. Así se respondió a las continuas y crecientes voces que pedían más protección para los efectivos españoles en el exterior tras recibir varios ataques.

Cuatro meses antes de las elecciones Alonso presentó un ambicioso Plan de Renovación de Vehículos Blindados del Ejército, que comenzaba con la compra por procedimiento de urgencia de los primeros MRAPs; una solución rápida y de compromiso, típica de este Gobierno, para la que el ministerio decidió imitar a los países con tropas en el exterior y expuestas a los mismos riesgos. Pero lo cierto es que los españoles llegamos tarde al boom del mercado de los MRAP porque no se habían tenido en cuenta a tiempo las necesidades de nuestros militares. Y ahora que llegan tan deseados y necesarios vehículos, es cuando otros países empiezan a reducir sus pedidos. ¿Revisaremos nuestro plan –un plan de 321 millones de euros que nos proporcionarán 575 vehículos de este tipo en el periodo 2007-2013–, como Estados Unidos? ¿O seguiremos con soluciones de compromiso y llegando tarde?

No es la primera vez que los estadounidenses dan marcha atrás o se replantean un proyecto. En España, nuestras tropas necesitan protección y los MRAPs son una solución, pero para el corto plazo. No podemos alegar en contra que los MRAPs se alejan de los principios de la nuestra estrategia contrainsurgente, porque a diferencia de Estados Unidos, carecemos de tal estrategia. Pero no se puede improvisar una fuerza acorazada de la noche a la mañana y no se pueden sustituir sin más ni más todos los vehículos tácticos por MRAPs. No es tan fácil: Las soluciones simples a problemas complejos son sobre todo atractivas y casi siempre erróneas. Y peligrosas; no olvidemos que son nuestros hombres los que están ahí fuera.

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