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EDITORIAL

Nada justifica un 11-M

Hasta ahora sólo los terroristas consideraban que el derramamiento de sangre inocente puede ser un mal menor comparado con los beneficios políticos esperados de una masacre.

Que los terroristas consideren útil y necesario el derramamiento de sangre como medio de influir políticamente en su favor, es algo consustancial a la acción terrorista y, no por conocido, resulta menos infame. Mucho más repugnante resulta, sin embargo, el saber que hay un catedrático de Derecho Constitucional –nada más y nada menos– de la Universidad de Barcelona que comparte públicamente con los terroristas la consideración de que el derramamiento de sangre inocente puede ser un mal menor comparado con los beneficios políticos esperados de una masacre.

Así lo deja en evidencia el profesor González Casanova en un artículo en el diario El País, en el que, tras dejar patente que su odio hacia el Partido Popular no es menor que el que hacia este partido sienten los terroristas –sean islamistas o etarras–, concluye, textualmente, afirmando que “sería bien triste que hiciera falta otro 11-M para que la gente reaccionase y fuese a votar como la otra vez”.

Ignoramos si las víctimas del 11-M van a proceder judicialmente contra González Casanova. Tampoco vamos a entrar aquí a considerar si sus palabras son o no constitutivas de un delito de apología del terrorismo. Lo que sí queremos subrayar es que este catedrático de Derecho Constitucional ya había dejado patente su desequilibrio psicológico y moral en otro artículo, también en El País, en el equiparaba el terror de ETA a la actividad política del PP, al tiempo que reivindicaba y pedía “respeto para las ideas pacíficas de la minoría abertzale”.

En múltiples ocasiones hemos recordado, desde el 11M, la definición que Karl Popper daba de la democracia como aquel sistema que erradicaba la violencia como medio de lograr la sustitución –o continuidad– de un gobierno. Hemos sido los primeros en lamentar y en denunciar la influencia determinante que tuvo el 11-M en la elección del gobierno del 14M, constatada por sondeos y por algún posterior estudio universitario. Sin embargo, nadie –excepción hecha de los terroristas que buscaron y lograron ese vuelco electoral– había llegado a la infamia de considerar que “hacía falta” esa masacre con tal de no ver más al PP en el gobierno. Ahora lo ha hecho, negro sobre blanco, y con más infamia que tristeza, un catedrático de Derecho Constitucional.

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