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Amando de Miguel

Onomástica

Su padre era un entusiasta de la ópera italiana. Preguntado el pastor Rice por el nombre que había que dar a la niña recién nacida, contestó Con Dolcezza (= Con Dulzura). Solo que el funcionario del Registro Civil anotó Condoleezza.

Mi decisión de llamar a capítulo a los libertarios que me escriben, con sus nombres reales o ficticios, me trae muchas alegrías y también no pocos disgustos. José Mª Navia-Osorio observa ese último hecho a propósito de la reacción de Laia Marsal y comenta: "Me llama la atención lo susceptibles que son muchas personas cuando aparece su nombre o sus apellidos en un medio de comunicación. Aquilatan cada palabra con atención microscópica y siempre encuentran un motivo para enfadarse". Cierto es, la razón es que el nombre y los apellidos son parte esencial de la personalidad. Recuérdese el carácter de oprobio que puede tener la mención de los antepasados ("tus muertos") o de la presunta deshonestidad de la madre de uno. Hay que ver lo divertidos que resultan los dimes y diretes de las tesis doctorales y los ejercicios de las oposiciones a cátedra por el juego de citar o no citar a unos y a otros. Hay un episodio muy típico de los libros científicos o de ensayo en los que a veces se engorda artificialmente el capítulo de "agradecimientos". La paradoja de la humildad está en que, cuando ese capítulo va muy nutrido de nombres, el resultado es que el autor del libro se considera el único responsable del texto. Digamos que en ese caso los muchos "agradecimientos" se neutralizan unos con otros y el autor queda más realzado. Ya de paso, algo que me cuesta entender es el envío de comentarios a este corralillo que van firmados con un seudónimo. ¿No se podría exigir un poco más de franqueza? Ya sé que muchos navegantes interneteros gustan del anonimato, pero no está bien esconder la cabeza en el ala cuando se emiten opiniones.

Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel) revela la historia de un nombre famoso, Condoleezza Rice, probablemente único en el mundo. Su padre era un entusiasta de la ópera italiana. Preguntado el pastor Rice por el nombre que había que dar a la niña recién nacida, contestó Con Dolcezza (= Con Dulzura). Solo que el funcionario del Registro Civil anotó Condoleezza, y así se quedó para los restos. Excelente historia. Me cuenta don Jaime que en su familia se celebra la Nochevieja con el rito de las 12 uvas (o pasas). Emociona. Y eso que se trata de un rito recentísimo; no tiene ni un siglo de antigüedad. Posiblemente es la única cosa que hacen casi todos los españoles al mismo tiempo. Bueno, supongo que los honrados nacionalistas vascos, catalanes y demás ralea habrán prescindido de costumbre tan española. Me uno a los pocos españoles que no la sigan por encontrarse solos en la noche de San Silvestre.

Ignacio Estellés Rey comenta con gracia la ironía de su abuelo Vicente Estellés, sevillano de origen valenciano y que fue a parar a Estella (Navarra). Decía: "Nací Estellés y moriré Lizarrés, mas cuándo cambié, yo no lo sé". Como es sabido, Lizarra es el nombre vasco de Estella.

Amaya (concejal de UPN en un pueblo de Navarra y que no quiere dar el apellido por razones de seguridad) interpreta que la tendencia a poner nombres eusquéricos se da precisamente en las familias castellanoparlantes. Es la clásica reacción del converso. Concluye doña Amaya (y yo con ella) que "no es necesario ser nacionalista para amar el vascuence". Si se me permite el recuerdo, la novela de Navarro Villoslada, "Amaya, o los vascos en el siglo VIII", fue uno de los primeros libros "serios" que yo leí de pequeño. Tendría yo nueve años. Esa lectura me resultó fascinante.

A Jorge Rodríguez Huertas le llama la atención que en Asturias a los Rafael se les llame "Falito". Eso mismo sucede en Córdoba, donde los "Falito" pueden ser también "Falete". Es un buen ejemplo de cómo la polisemia de las palabras no tiene por qué disgustar a nadie.

Joaquín Casanovas i Lax comenta: "En castellá no diuen Príncipe Charles i sí Príncipe Carlos, no diuen Reina Elisabeth i sí Reina Isabel. Per tant, quan parlem en català, es lògic esmentar al monarca am el correspondent Joan Carles i no Juan Carlos". La comparación no me vale, pues Juan Carlos es Rey de España (incluida Cataluña, claro). Puestos a traducir los nombres, a la Reina Sofía en Cataluña tendría que ser recibida como Reina Saviesa.

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