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Ignacio Villa

El corro de la patata

Que si Gallardón sube, que si baja, que si llora, que si juega con el móvil, que si entra, que si sale, que si viaja, que si está triste, que si sigue, que si se retira...

Bueno, ¡ya está bien! Llevamos una semana jugando al corro de la patata con Gallardón como estrella invitada y parece que la cosa ya no da para más. Que si Gallardón sube, que si baja, que si llora, que si juega con el móvil, que si entra, que si sale, que si viaja, que si está triste, que si sigue, que si se retira... En fin, un espectáculo esperpéntico que ya va siendo hora que termine de una vez por todas.

El alcalde de Madrid ha conseguido todo el protagonismo que buscaba, todas las portadas que quería, todos los consuelos que pretendía. Pero se acabó. El asunto está agotado, Ruiz Gallardón se tiene que dedicar a gestionar el Ayuntamiento de Madrid, que para eso ha sido elegido, y ayudar a su partido en la campaña electoral. Todo lo demás es egoísmo político, personalismo desmesurado y atención obsesiva hacia algo que no debería pasar de anécdota en una campaña electoral.

El presidente del PP ha dado este lunes un toque de atención a los suyos. Se tienen que dedicar a ganar las elecciones, que es lo único importante. Lo demás es secundario. Es más, si los populares no ganan las elecciones, toda una generación de políticos se quedará fuera de juego y tendrá que jubilarse de manera anticipada. Mariano Rajoy, en la Junta Directiva Nacional, les ha recordado a sus compañeros de partido algo evidente: la España de Zapatero es igual a caos institucional, desequilibrio nacional, sectarismo ideológico, persecución de la libertad y peligro para la estabilidad de la democracia. Ante semejante problema, todo lo demás son juegos de niños.

Lo cierto es que a día de hoy el "caso Gallardón" está más que cerrado. Mariano Rajoy ha salido con el liderazgo más que reforzado, el PP no tiene motivos justificados para temer que la decisión le haga perder votos y se ha demostrado que el PP es un verdadero proyecto político más allá de nombres concretos. En política no hay nadie imprescindible, y eso incluye al alcalde de Madrid, por más que él quiera creer lo contrario.

El juego ya ha terminado. Y en el PP deberían de dejar de hablar de una historia que debería ser una mera anécdota de café. El corro de la patata ha finalizado. Aunque Gallardón quiera seguir jugando con el partido y con los demás, todo ha concluido. Y por el momento su figura ha quedado aparcada, entre otras cosas por la evidente demostración de su egoísmo político tras recibir la noticia. El PP tiene mucho de lo que hablar en la campaña electoral, muchas cosas que denunciar del actual Gobierno y mucho que ofrecer como alternativa. Eso es lo importante; Gallardón sólo es una curiosidad más.

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