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Luis Hernández Arroyo

No hay que exagerar

La Bolsa cae más de un 7%, pero Solbes dice que "no hay que exagerar": el Gobierno no está preocupado. No, seguro que no. Seguro que saben el futuro mejor que nosotros. Y el futuro, en un horizonte de dos años, es negrísimo.

No exageremos que es peor. La Bolsa cae más de un 7%, pero Solbes dice que "no hay que exagerar": el Gobierno no está preocupado. No, seguro que no. Seguro que saben el futuro mejor que nosotros. Y el futuro, en un horizonte de dos años, es negrísimo.

La crisis interbancaria se ha recrudecido. Las "inmensas" inyecciones de liquidez no han servido para nada, como demuestra el nivel, más alto que en agosto, de los intereses efectivos a tres meses, muy por encima de los tipos oficiales. En EEUU, el libor a tres meses se acerca al 1,5% por encima del oficial, lo que imprime una fuerte inclinación a la baja a la curva de rendimientos corto largo plazo, con especial relevancia en el horizonte a dos años, que ha caído hasta el 2,4%. Y es que esas inyecciones oficiales de dinero han ido a dormir a las cajas de los bancos, que compran letras del Tesoro y las guardan devotamente, pues la combinación de un volumen creciente de activos no deseados, junto con pérdidas inesperadas y en aumento, impulsan a los bancos a proteger sus saldos líquidos y su expansión crediticia, lo que les lleva a reducir su oferta de fondos líquidos a los otros bancos. Por los mismos motivos, los bancos recortan también la oferta de crédito a empresas y consumidores. El sector más débil ante las restricciones crediticias es el inmobiliario, cuyos precios ya han comenzado a bajar a gran velocidad.

No estamos ante el riesgo de una estanflación (estancamiento con inflación) como la de los setenta, pues entonces lo que hubo fue un shock de oferta, en unas economías enormemente rígidas, con salarios y precios controlados inútilmente por los gobiernos, mientras la demanda seguía siendo excesiva por la abundante emisión de liquidez. Ahora lo que tenemos es un shock de demanda que se amplifica mientras se agrava el problema bancario, en unas economías que se han flexibilizado enormemente, y con unos precios de activos que se tambalean. Incluso las bolsas empiezan a "cantar". Como dice Mishkin, gobernador de la Reserva Federal de NY: "Cuando los mercados financieros funcionan bien, la política monetaria puede basarse en los datos de producción, empleo, inflación... Cuando una disrupción financiera ocurre, se debe conceder más importancia a los datos de liquidez, márgenes de tipos, escasez crediticia, y todo aquello que pueda poner en riesgo el equilibrio macroeconómico."

En España, como es obvio, estamos atados de pies y manos a los designios del honorable Trichet, que quiere acabar con la crisis y controlar la inflación. Puede que tenga sus razones si se contempla la zona euro como una zona monetaria "natural", Pero hay esquinas de la tal zona que están más desprotegidas ante un credit crunch que otras. Cuando empiezan a despeñarse los precios de la vivienda y de las bolsas, con signos de desconfianza crecientes que llevan a la gente a colocarse en Letras del Tesoro, y sólo en Letras del Tesoro, Se está generando una contracción de la demanda que perdurará tanto como duren los problemas bancarios.

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