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José García Domínguez

Lo que los "expertos" nunca le contarán

Sin duda, uno de los rasgos más admirables de la personalidad de Churchill fue que jamás se tomara en serio a los "expertos" económicos.

Sin duda, uno de los rasgos más admirables de la personalidad de Churchill fue que jamás se tomara en serio a los "expertos" económicos. Célebre continúa siendo aquel comentario suyo pronunciado tras almorzar con lo más granado del gremio: "Cuando pido una opinión a cinco economistas, siempre recibo cinco respuestas diferentes... excepto si uno de ellos es Keynes, en cuyo caso el numero de contestaciones distintas invariablemente asciende a seis". De todos modos, no hace falta ser Churchill para sospechar que algo falla en ese asunto de los "expertos" si a un tipo como George Stigler de concedieron el Nobel en 1982. Y es que el único esfuerzo que realizó el hombre para ganárselo fue demostrar que, en realidad, ninguna de las medidas que propusieron los "expertos" de Estados Unidos durante medio siglo con tal de regular la economía había funcionado. Ninguna. Nunca.

Por lo demás, las cosas continuarían más o menor igual al día siguiente de que Stigler pronunciara otro bonito discurso ante el rey de Suecia. Así, al poco, los "expertos" aconsejaron a Jimmy Carter que devaluase la moneda. Y Jimmy les hizo caso. Según ellos, era de cajón: con el dólar muy barato, aumentarían las exportaciones y se crearían miles de nuevos empleos. Bien, pues lo que pasó fue todo lo contrario: creció el paro. Ergo, cuanto más vendían las empresas americanas en el exterior, más obreros americanos se quedaban sin sus empleos. Después, cuando Jimmy se marchó a casa, los "expertos" le dijeron a Reagan que aumentara los tipos de interés a fin de contener la inflación. No obstante, le advirtieron que inevitable efecto secundario de su propia medicina sería una pérdida enorme de puestos de trabajo.

Para esa tropa, la explicación también se antojaba muy fácil, y cualquier bobo podría entenderla. Al subir los tipos, el dólar se revaluaría de golpe, circunstancia que perjudicaría gravemente a todos los exportadores, que se verían obligados a reducir sus plantillas. Se trataba de una obviedad para los "expertos", que así lo habían aprendido –y lo continúan aprendiendo– en los manuales canónicos de teoría económica. Sin embargo, el índice de desempleo cayó durante la administración Reagan hasta el nivel más bajo de los últimos catorce años. Pero ni siquiera resulta necesario irse tan lejos. Pregúntenles a los "expertos" de aquí cómo es posible que en la España de 1992 hubiera un dos por ciento menos de empleo que en la de 1970, si durante ese periodo nuestra economía dobló su tamaño en términos reales. Inténtenlo, aunque ya les adelanto que no sabrán qué contestar. Simplemente, los "expertos" no tienen ni la más remota idea de cómo pudo suceder eso. Así de simple.

En fin, recuérdelo, amable lector, cuando se le aparezca en la tele el próximo "experto", predicando con cara de póquer la solución al apocalipsis bursátil de la semana.

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