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EDITORIAL

Ley del Menor, injusta y contraproducente

Si realmente el objetivo de la progresía –incluyendo la que milita en el PP– fuera ayudar al menor, mejor harían en endurecer esta ley, pues evitarían así que muchos de ellos delinquieran por temor a las consecuencias, actualmente ridículas.

El asesinato de Sandra Palo en 2003 fue un suceso brutal que horrorizó e indignó a la sociedad española. Sin llegar quizá a tener el mismo impacto, hace pocos días tuvo lugar un crimen semejante, en el que una joven rumana fue rociada con un líquido inflamable y quemada viva, y la repulsa de la sociedad ha sido similar. No así la de las instituciones. Mientras que la pareja de esta última víctima, presunto culpable del asesinato, será juzgado con severidad, los criminales que mataron a Sandra Palo recibieron una condena mucho más leve por ser menores.

La razón de esta diferencia es que el socialismo continúa tratando a los ciudadanos no como individuos, sino como miembros de un colectivo. Unos asesinos, por pertenecer a un grupo protegido, reciben unas condenas ridículas y salen a la calle en cuatro años. Otros, por pertenecer a uno perseguido, serán juzgados con la mayor de las severidades. Hasta se ha aprobado una ley en que el mismo hecho sea tratado de distinta forma dependiendo de si el culpable lleve falda o pantalón. Ese es el extremo al que hemos llegado: ser tratados como ganado perteneciente a un rebaño, y no como seres libres y responsables de sus actos, que no de los actos del "grupo" en el que la progresía haya decidido incluirnos.

El homenaje a Sandra Palo por parte de la Comunidad de Madrid vuelve a traer a nuestra memoria la injusticia que supone una Ley del Menor que se empeña en tratar como gamberradas de adolescente crímenes propios de adultos. Y no sólo para las víctimas directas; la levedad de las penas supone un importante incentivo a la delincuencia juvenil. Si realmente el objetivo de la progresía –incluyendo la que milita en el PP– fuera ayudar al menor, mejor harían en endurecer esta ley, pues evitarían así que muchos de ellos delinquieran por temor a las consecuencias, actualmente ridículas.

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