Menú
EDITORIAL

Inflación desbocada

Si antaño se nos veía con envidia y se hablaba del "milagro español" que otros gobiernos querían imitar, hoy nadie mira hacia España si no es con una profunda preocupación.

Cada vez parece más sensato el consejo que Solbes le diera a Zapatero con motivo de las próximas elecciones. El vicepresidente económico sugirió que sería mejor adelantarlas a octubre, pero el presidente, empeñado en imitar a Aznar en lo único en lo que es capaz, se obstinó en agotar la legislatura y puede que tenga todo el tiempo del mundo para arrepentirse si se convierte en el primer presidente en perder las elecciones tras sólo una legislatura.

Lo cierto es que la preocupación del funcionario de la política podría ser infundada. Hasta ahora, la economía no ha sido la razón de ningún cambio de gobierno. Pero para casi todo hay una primera vez, y bien pudiera ser ésta. Además, aunque no fuera suficiente para provocar la caída de Zapatero el que la situación de nuestras finanzas le parezca a los españoles la peor de toda la legislatura, no deja de ser una gota más que bien pudiera ser la que colmara la paciencia de un número de votantes suficientemente numeroso como para marcar la diferencia.

Lo cierto es que la economía española está ante un cambio de ciclo que llevaba ya anunciándose desde los últimos años de gobierno de Aznar. Su modelo, basado en el empuje del sector de la construcción, tenía que agotarse en algún momento y lo ha hecho ahora, justo antes de las elecciones generales. Para que el trago fuera lo menos amargo posible hubiera sido necesario una nueva ronda de liberalizaciones, que permitieran crear prosperidad en otros muchos sectores, que hubieran tomado así el relevo del inmobiliario.

Si antaño se nos veía con envidia y se hablaba del "milagro español" que otros gobiernos querían imitar, hoy nadie mira hacia España si no es con una profunda preocupación. Y es que la falta de reformas estructurales nos ha hecho especialmente sensibles a la crisis financiera. Porque por más que se empeñe Solbes en echarle la culpa de la inflación al aumento de los precios en las materias primas, que es algo así como responsabilizar de la subida del coste de la vida a la subida del coste de la vida, es España donde ese aumento ha sido más pronunciado y más ha afectado a la economía.

Especialmente sangrante resulta el énfasis que pone el vicepresidente económico en el petróleo. Si tanto nos afecta es porque somos una de las economías cuyo sector energético más depende del oro negro. Y Zapatero, con su amor por las muy caras energías renovables, que no producen casi nada ni ofrecen estabilidad en el suministro, y su odio visceral por la energía nuclear, única alternativa viable a los combustibles fósiles, no ha hecho sino empeorar la situación. Es cierto que incluso una apuesta decidida por la energía nuclear hubiera tardado más de una legislatura en dar sus frutos, pero también lo es que, aunque no se hubiera notado en esta crisis, estaríamos mucho mejor preparados para la siguiente. Sin embargo, en lugar de encauzar el problema, Zapatero lo ha agravado con el cierre de la central de Zorita y la amenaza –también conocida como promesa electoral– de hacer lo propio con las demás.

El resultado de la falta de reformas del Gobierno –y de medidas contraproducentes como la restricción de la libertad de horarios– es el peor dato de inflación desde que en 1997 se empezara a hacer una medición armonizada con la de los demás países de la Unión Europea. Los españoles cada vez podemos comprar menos con nuestros ingresos, y no digamos ya los que además han de cargar con una hipoteca. ¿Se notará el 9 de marzo? Seguramente sí, aunque habrá que esperar a ver si lo suficiente.

En Libre Mercado

    0
    comentarios