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Emilio J. González

El paro y los programas electorales

La evolución del paro está advirtiendo ya de que algo bastante serio ocurre en la economía española, por mucho que el Gobierno lo niegue

En plena precampaña electoral no se puede hacer abstracción de los datos económicos y su relación con los programas de los distintos partidos políticos, porque sus propuestas muestran el entendimiento de las distintas formaciones de los problemas que aquejan a la economía española y constituyen un signo claro de la capacidad de unos y otros para resolverlos.

El desempleo, por desgracia, hoy por hoy ha vuelto a convertirse en uno de los principales problemas de la economía española. Después de más de doce años de caída constante tanto del número de personas sin trabajo como de la tasa de paro, la tendencia se ha revertido a mitad del pasado ejercicio y ahora sube sin parar. El año se cerró con un incremento de más de 120.000 parados respecto a 2006 y este año empieza de la misma forma, con una subida del paro de 132.000 personas. Muchos dirán que en enero es habitual que se incremente el desempleo como consecuencia del final de la campaña navideña, y es cierto. Pero es que las cifras de este año no se habían registrado en los últimos 20 ejercicios excepto en 1993 y 2002, dos años de fuerte crisis económica. Así es que la evolución del paro está advirtiendo ya de que algo bastante serio ocurre en la economía española, por mucho que el Gobierno lo niegue.

Al analizar la composición del paro por sectores se aprecia que no es la construcción, donde también se ha incrementado, sino el sector servicios el principal responsable de los datos de enero. El sector servicios es quien más utiliza la contratación temporal y ahora son los temporales los que se están quedando sin trabajo, posiblemente porque las empresas ya están viendo que el panorama es mucho más oscuro de lo que lo pinta el Ejecutivo y están preparándose para ello. Lo mismo ocurrió en la crisis de 1992-1993, la más dura que padeció la economía española desde la crisis del petróleo de 1973. Por consiguiente, se podría decir que estamos en la primera etapa de una desaceleración que puede ser más seria y profunda de lo que hoy por hoy estiman los analistas.

Esta situación, sin embargo, no debería coger por sorpresa a nadie. Por el contrario, se veía venir desde hacía tiempo. Toda una legislatura sin política económica acaba como está terminando esta. Para más inri, las cifras de paro de julio ya empezaron a avisar de lo que se veía encima y aún así el Gobierno ni tomó medidas, ni siguió el consejo de Solbes de adelantar las elecciones a octubre para no acudir a las urnas con una situación económica muy deteriorada y perdiendo un tiempo precioso para adoptar las decisiones adecuadas. Todo esto no es fruto de la crisis internacional, como pretende hacer creer el Ejecutivo. La crisis crediticia agrava nuestros problemas pero no es su causa puesto que cuando ésta se desencadenó, nuestros problemas ya se habían gestado hacía tiempo.

Pues bien, estamos ante una situación económica bastante seria, que podría agravarse en los próximos meses ante la ausencia de medidas eficaces. ¿Qué nos proponen los dos principales partidos para resolver el problema? El PP, que habla abiertamente de crisis, propone bajadas de impuestos a las empresas y, a medio plazo, reformas estructurales. Los socialistas, en cambio, confían en el gasto público, en el impulso a la inversión pública en infraestructuras y en las subvenciones con cargo a los presupuestos para resolverlo todo. ¿Quién tiene razón? Si las empresas ven reducida su carga fiscal, tendrán más facilidades para mantener el empleo. Por tanto, la solución parece adecuada. En cambio, la de los socialistas no lo es tanto. Por un lado, España ya no dispone de ingentes cantidades de fondos europeos para acometer grandes programas de obras públicas. Además, estos programas tardan en ponerse en marcha y, por tanto, en afectar a la actividad económica y al empleo. Además, tanto compromiso de gasto con una economía que se desacelera fuertemente y que tendrá que hacer frente a cada vez más prestaciones por desempleo llevará inexorablemente a un déficit público que incrementará los tipos de interés en España en unos tiempos de escasez de crédito en los mercados internacionales como consecuencia de la crisis. Ello frenará la inversión y el consumo y, por tanto, podría agravar y prolongar las dificultades de la economía española. Ahora, juzguen ustedes mismos.

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