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Amando de Miguel

A vueltas con los neologismos

Francisco M. de la Chica (Sevilla) me pregunta cómo llamo yo al pen drive: ¿lápiz, mechero, usebé (USB), pen, pendraif? Quedará como pendraif, aunque vaya usted a saber. A ver quién le busca la rima.

El idioma es un continuo fluir de arcaísmos que se retiran de la circulación y de neologismos que se presentan con la frescura de la originalidad. El idioma español siempre estuvo dispuesto a las novedades léxicas, pero ahora cunde una cierta resistencia a los neologismos. Es una suerte de nacionalismo léxico, que se observa igualmente en el francés o en otros idiomas europeos, salvo el inglés. La razón es que, dada la hegemonía cultural norteamericana, muchos de los neologismos proceden del inglés. El proceso es tan natural como cuando el castellano medieval se nutría de muchos vocablos arábigos. No hay razón para negar la realidad de los neologismos cuando vienen a etiquetar realidades nuevas. La adaptación fonológica de las nuevas voces procedentes del inglés puede resultar algo complicada, pero al final se resuelve.

Manuel J. Samaniego (Venezuela) opina que lo de parking y aparcamiento no son barbarismos admisibles. En su lugar, en Venezuela se utiliza estacionamiento. La verdad es las dos formas, aparcamiento y estacionamiento. Lo de parking se introduce en el habla de los españoles, aunque debería escribirse parquin, lo mismo que se hace con parquear (= estacionar) o parquímetro (= medidor del tiempo permitido de aparcamiento).

Don Manuel se resiste igualmente a aceptar marketing y propone el equivalente castizo de mercadeo. A mi modo de ver, no es lo mismo. El mercadeo es la acción de mercadear o comerciar, generalmente, además, con un cierto deje despectivo. En cambio el marketing (sería mejor escribir márketin) es el conocimiento o estudio de las estrategias de venta, de comercialización.

Otro rechazo es el de lobby (= grupo de presión). Don Manuel defiende las voces castizas de cabildo y cabildear. Tampoco es lo mismo. Dice el DRAE que cabildear es "gestionar con actividad y maña para ganar voluntades en un cuerpo colegiado o corporación". Es decir, los cabildeos son las artimañas dentro de una institución, normalmente para ganar poder dentro de ella. En cambio, el lobby (según el diccionario de M. Seco) es un "grupo u organización que ejerce presión sobre los poderes públicos a fin de favorecer intereses particulares". Esa presión puede ser cabildeando desde dentro de la estructura de poder o bien mediante presiones, más o menos legítimas desde fuera. Para mí que sería mejor escribir lobi en español. Quizá sirviera grupo de interés, pero no queda claro qué representa ese interés. Cuando se introduce un barbarismo en el habla española por alguna razón será. La razón de su aceptación es que no exista ninguna voz castiza que sea equivalente. La idea de los "grupos de interés", plenamente legales, responde a una tradición democrática que en España lleva funcionando poco tiempo.

Pedro Manuel Araúz Cimarra (Manzanares de la Mancha) se pregunta por el origen de la "sandez" que para él supone el abuso de la expresión "hoja de ruta". Mi impresión es que proviene de la tradición norteamericana. En los tiempos anteriores al GPS, las asociaciones automovilísticas norteamericanas proporcionaban gratis los mapas necesarios para las consultas que se hacían sobre planes de viaje. Los mapas resaltaban con "fosforito" la ruta mejor. Se trataba de un servicio muy útil para un país sobre ruedas y que resulta muy extenso. Una vez más, los neologismos llevan sello norteamericano. En la parte política "hoja de ruta" significa el plan detallado para conseguir un objetivo en las relaciones internacionales o en ciertos casos de conflictos internos.

Francisco M. de la Chica (Sevilla) me pregunta cómo llamo yo al pen drive: ¿lápiz, mechero, usebé (USB), pen, pendraif? Quedará como pendraif, aunque vaya usted a saber. A ver quién le busca la rima. Observo que aquí, en San Antonio de Tejas, al pen drive lo llaman thumb (= dedo gordo). Añádase el lap (= regazo, ordenador portátil), lo que demuestra un cierto acuerdo en dar un sentido corporal a la cacharrería electrónica.

Marcel Moreau (Francia) me dice que no entiende lo de ismael. Muy sencillo. Es un juego para traducir el e-mail: emilio o ismael. Son dos nombres corrientes de personas. En cambio, lo de e-mail no deja de ser un terminacho impronunciable. Acabaremos diciendo y escribiendo imeil. Lo de traducirlo por "correo" tampoco convence mucho, pues los emilios o ismaeles no corren nada. Al contrario, aparecen inopinadamente en la pantalla del ordenata como llovidos del cielo.

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