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Larry Elder

Bill Clinton juega la baza racial y encima pierde

Antes o después, el éxito de Obama obligará a los negros a aceptar lo que Bill Clinton descubrió en Carolina del Sur: el racismo blanco ya no es un factor importante en la vida cotidiana de los americanos.

Negros idiotas: Cómo jugar la baza racial y encima perder. Es el título de mi nuevo libro, que sale a la venta este mismo 5 de febrero, el super martes. Desafortunadamente para el ex presidente Bill Clinton y su esposa, nadie les envió un ejemplar a tiempo.

“Jesse Jackson – dijo Bill Clinton – ganó en Carolina del Sur en dos ocasiones, en el 84 y el 88. Hizo una buena campaña, igual que ahora el senador Obama". Así respondía Clinton en Carolina del Sur a la pregunta de un reportero sobre la razón de que fueran necesarios dos Clinton para enfrentarse a Barack Obama. Su reacción no tenía nada que ver con la pregunta. Así que, ¿por qué lo dijo?

Al contrario que Jackson, Obama realmente fue elegido por los votantes para algo (en este caso, el Senado de los Estados Unidos por el estado de Illinois). Además, y también al contrario que Jackson, ganó en los caucus demócratas del estado de Iowa, blancos en su mayoría, y acabó en una clara segunda posición en el estado netamente blanco de New Hampshire. Obama no tiene nada que ver con Jesse Jackson, y Bill Clinton lo sabe. Sin embargo, al invocar el nombre de Jackson, Clinton intentaba retratar a Obama como el "candidato negro". Clinton sabe que el Jackson obseso con la raza polariza a la gente, de modo que al calificar a Obama de Jacksonesco, el ex presidente buscaba restarle apoyos  entre los electores blancos y así limitar su candidatura a la población negra (perdón por la expresión).

Hasta la senadora Hillary Clinton convino en que su marido había ido demasiado lejos, y el representante Jim Clyburn, demócrata por Carolina del Sur y veterano miembro del Congreso, instó públicamente a Bill a "moderarse". Resulta cómico que hasta el reverendo Al Sharpton se quejara del comportamiento de Bill Clinton, que no del comentario en concreto. ¿Qué podía decir? Después de todo, Clinton intentaba alienar a los blancos invocando al jugador profesional de la baza racial Jackson y, por extensión, también a Sharpton.

Antes de las primarias, una encuesta de la cadena de televisión MSNBC situaba a Obama con sólo el  10% del voto blanco de Carolina del Sur. Sin embargo, al final se hizo con el 24%, mientras que Hillary Clinton y John Edwards logrando respectivamente el 36% y el 33%. ¡Edwards consiguió más "voto blanco" que Clinton! Los electores negros suponen el 55% del voto demócrata de Carolina del Sur, y Obama se llevó el 80% del mismo. ¿Es eso racismo?

Muchos católicos votaron a Jack Kennedy en los años 60. Muchos americanos de origen griego apoyaron en 1988 la candidatura del gobernador Michael Dukakis. Y, sí, muchos negros apoyan a Obama porque representa la primera candidatura presidencial seria de un negro. Pero recuerde, Obama es también un progre: condena las rebajas fiscales de Bush, se opone a la guerra de Irak, desea que el Gobierno federal controle la sanidad, critica el sistema de justicia supuestamente desigual. En pocas palabras, es el tipo de guerrero de clase anti-republicano que apoyan los electores negros en bloque. Más que contra Clinton o Edwards, los negros votaron por Obama.

Al Gore en 2000 y John Kerry en 2004 –dos candidatos blancos– obtuvieron alrededor del 90% del voto negro. Desde el movimiento de los derechos civiles, el Partido Demócrata se viene vendiendo, con la ayuda de unos medios de comunicación cómplices y los presuntos líderes de los derechos civiles, como "el partido bueno", el que apoya a los negros, a la mujer y a otros colectivos oprimidos o infra representados. En cambio, los candidatos republicanos negros no logran atraer el apoyo de los electores de esta raza. El subgobernador de Maryland, Michael Steele se presentó al Senado en 2006 y sólo recibió el 25% del voto negro. El secretario de Estado de Ohio Ken Blackwell se presentó a gobernador y logró solamente el apoyo del 20% de los votantes negros. Y Lynn Swann se presentó a gobernador de Pennsylvania, reuniendo apenas el 13%.

No, el verdadero problema del "voto negro" de Obama no es en absoluto diferente del problema básico de la identificación ciega de los negros con el Partido Demócrata. Los padres residentes en zonas urbanas apoyan el cheque escolar para garantizar a sus hijos una buena formación. El Partido Demócrata no. Los negros son más contrarios al aborto que los no negros. El Partido Demócrata defiende firmemente el fallo del caso Roe vs. Wade, que lo legalizó. Los jóvenes negros muestran gran interés en la idea de establecer cuentas privadas para las pensiones. El Partido Demócrata sigue estando firmemente en contra. El Estado del bienestar, que el Partido Demócrata quiere expandir, desestabiliza a las familias; el 70% de los niños negros nacidos fuera del matrimonio. A la larga, elevar los impuestos y expandir el Estado deprime a la sociedad. Como demuestran los casos canadiense y británico, el control estatal de la atención sanitaria redunda en largas colas, peor calidad y menos accesibilidad.

Los manipuladores como Bill Clinton consideran que los negros son idiotas, y pretenden que éstos se centren casi exclusivamente en el problema del presunto racismo blanco. Así, esperan garantizarse el voto negro fomentando la cólera contra el Partido Republicano. Pero, en realidad, muchos de los objetivos del ese partido, como los impuestos bajos, el recorte del Estado del bienestar, el cheque escolar, las cuentas privadas para las pensiones y la deducción de las primas de los seguros en las declaraciones fiscales personales benefician desproporcionadamente a la comunidad negra.

Este error de juicio, producto de machacar con el asunto de la raza, no durará siempre. La comunidad negra sigue prosperando. Y antes o después, el éxito de Obama obligará a los negros a aceptar lo que Bill Clinton descubrió en Carolina del Sur: el racismo blanco ya no es un factor importante en la vida cotidiana de los americanos. Como decía John O'Sullivan, ex editor de la revista National Review, "el racismo blanco sí existe, pero su poder social es débil, mientras que el poder social dispuesto en su contra resulta abrumador”.

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