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Emilio Campmany

A la cárcel por elecciones

A los socialistas españoles se les llena la boca cuando hablan de derechos. Mucho más si son derechos humanos. Pero, cuando tienen que elegir entre respetarlos o mantenerse en el poder, optan por éste.

Desde el fin del alto el fuego, hemos asistido a una larga procesión de batasunos camino de la cárcel. El primero fue Arnaldo Otegi y los últimos han sido Pernando Barrena y Patxi Urrutia.

Los socialistas atribuyeron la derrota que sufrieron en las elecciones municipales de mayo pasado a su blanda actitud con ETA y, para evitar una ulterior derrota el próximo marzo, decidieron tratar con mano dura a los batasunos, por lo menos hasta las elecciones. Se sospecha que la encarcelación de algunos de ellos es consecuencia de esta decisión.

Las protestas han sido escasas. Desde luego, se han quejado los separatistas vascos, los de izquierdas y los de derechas, pero no lo ha hecho nadie más. Y es natural, porque Otegi, Permach o Barrena despiertan pocas simpatías y todos ellos han cometido delitos que les hacen merecedores de la cárcel. La cuestión es que los crímenes por los que se les priva de libertad no son de ahora y parece que las pruebas necesarias para condenarlos estaban disponibles hace tiempo. Por lo tanto, da la impresión de que, si es hoy cuando se les detiene, es porque es ahora cuando le interesa al Gobierno hacerlo para disfrazarse, de cara a las elecciones, con una solvencia de la que, por otra parte, carece.

Si las cosas fueran en efecto así, se daría igualmente una circunstancia agravante ya que, para actuar de esta forma, habría sido necesaria la colaboración de la Fiscalía del Estado que, aunque es verdad que está jerárquicamente sometida al Gobierno, no lo es menos que su función primordial es velar porque la ley se cumpla, sin más, no para que se cumpla cuando al Gobierno le conviene.

Y si todas estas sospechas fueran ciertas, y hay muchos indicios de que lo son, España, esa España en la que, según Zapatero, los derechos de los ciudadanos son cada día más y mejores, sería un país en el que se encarcela, no cuando se comete un delito, sino cuando al Gobierno, por motivos electorales, le interesa que sea castigado. Un estado en el que ocurrieran este tipo de cosas no puede ser considerado un Estado de Derecho. En un Estado de Derecho, los policías, los fiscales y los jueces persiguen los delitos cuando tienen noticia de que se cometen, no cuando conviene hacerlo para que el Gobierno gane unas elecciones que, de otro modo, podría perder.

A los socialistas españoles se les llena la boca cuando hablan de derechos. Mucho más si son derechos humanos. Pero, cuando tienen que elegir entre respetarlos o mantenerse en el poder, optan por éste. La derecha política, intelectual y mediática debiera denunciar lo que parece que se está haciendo con los batasunos, ciudadanos españoles que merecen ir a la cárcel en el momento, sea antes o después, en que haya pruebas de que han cometido un delito y no cuando al Gobierno le convenga porque hay elecciones.

Muchos españoles que no éramos socialistas estuvimos durante años haciendo la vista gorda con el GAL. No deberíamos volver a caer en el mismo error. Que Otegi, Permach y compañía merezcan estar en la cárcel no es excusa para desentenderse. Tenemos que ocuparnos de que España sea un país en el que los derechos humanos se respetan, y la experiencia enseña que, cuando los socialistas ostentan el poder, hay que estar especialmente alerta.

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