Menú
Ignacio Villa

Angustia ante la derrota

Si todo lo que son capaces de hacer los socialistas para retomar la iniciativa es recurrir a Víctor Manuel y Pedro Almodóvar es que ya han ofrecido todo lo que tenían en el terreno de las ideas.

A un mes de las elecciones generales, Rodríguez Zapatero evidencia en público y en privado su angustia ante la posibilidad de ser derrotado en las urnas. Quedan menos de cuatros semanas para el 9 de marzo y las cosas no pueden ir peor para el partido en el poder. Habrá quien afirme que este análisis es excesivamente negativo, agorero y alejado de la realidad. Pero lo cierto es que el PSOE lleva ya muchas semanas dejando traslucir lo mal que ve su propia situación.

A cuatro semanas de las elecciones el PSOE no levanta el vuelo en las encuestas. El empate técnico persiste y el Gobierno ha sido incapaz de reaccionar y responder a unos datos que dejan muy abiertas las elecciones generales. Zapatero lleva semanas avivando la crispación, azuzando los insultos, alimentando el enfrentamiento, echando gasolina al fuego del sectarismo. Todo le vale. Cualquier excusa es buena si le sirve para movilizar el voto de una ultraizquierda que, por el momento, no ha respondido al llamamiento.

Han utilizado todo lo que han podido: la defensa de la familia cristiana, el fichaje de Manuel Pizarro, la tradicional nota de la Conferencia Episcopal, las reformas fiscales del PP, las propuestas de inmigración de Rajoy o las iniciativas para plantar miles de millones de árboles en la próxima legislatura. Para Zapatero todo está mal; todo lo que hagan sus rivales es algo radical, una hecatombe de proporciones bíblicas. Todo es un desastre menos lo suyo.

Pero el caso es que el presidente no propone nada. No es capaz de gestionar el país ni de sugerir buenas ideas para mejorar España. Pero no importa. Lo suyo es excelente. Sus insultos, sus descalificaciones, sus constantes ataques siempre tienen razón de ser y siempre tienen justificación. Quiere resucitar la revuelta callejera que le llevó en volandas al poder. Es una reacción desesperada de alguien que se siente superado por los acontecimientos y carece de capacidad de reacción y posibilidades de dar la vuelta a la situación.

Desde el comienzo de 2008 el Gobierno ha sido incapaz de marcar el ritmo electoral. Ha perdido la iniciativa y todos sus intentos por recuperarla han sido infructuosos. Está ahora siempre a remolque del PP, de sus declaraciones, de sus propuestas. Sus grandes aportaciones a la campaña han sido la compra de votos por 400 euros y la irrupción de los polichinelas de siempre pidiendo el voto por Zapatero. Una escenificación insultante para el ciudadano corriente, al que se le dice qué debe votar sin aportarle razones ni argumentos; incluso los propios convencidos del PSOE no han podido dejar de notar lo vacío que está de contenidos. Si todo lo que son capaces de hacer los socialistas para retomar la iniciativa es recurrir a Víctor Manuel y Pedro Almodóvar es que ya han ofrecido todo lo que tenían en el terreno de las ideas. Pero no sólo están agotados; también se les nota cierto miedo de darse cuenta de que el rollito de siempre ya no es suficiente. Sus salidas de pata de banco son una demostración de su angustia ante la derrota.

En España

    0
    comentarios