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Álvaro Vermoet Hidalgo

Entiendan de una vez, por Dios

Es una práctica frecuente de los totalitarismos utilizar las libertades individuales para intentar acabar con los regímenes democráticos.

Leo una nota de prensa de un "observatorio por la libertad religiosa" que ha salido en defensa del velo islámico. O sea, contra el compromiso de Mariano Rajoy de regular su uso en las escuelas, que tantas veces habíamos pedido desde la Unión Democrática de Estudiantes. Se argumenta en la nota que el velo es una "expresión respetuosa" de las convicciones propias y "que no supone amenaza alguna a la convivencia".

Sin duda, eso nos intentan hacer creer quienes hablan del "derecho" de la niña a ir con velo a clase como una "expresión respetuosa" de su religión. Parece ser que llevar a tu niña al cole con velo, o mejor, decir que o la admiten con velo o no va a clase, es como ir a misa los domingos; respetar la libertad religiosa implica respetar a todas las religiones. La idea suena bien, pero vayamos más allá.

Dentro del islam hay un grupo de fanáticos que son algo más que una voz aislada entre multitudes que no escuchan. La yihad, la guerra de religión declarada por esa parte del islam, cuenta con dinero, gobiernos, grupos organizados y miles de seguidores fanáticos por todo el mundo, que en Irak o en Palestina "expresan respetuosamente" sus convicciones, por ejemplo, haciendo explotar autobuses repletos de infieles. Qué digo, si pasa también en Londres: lo del fanatismo –auténticos "sermones" yihadistas en las mezquitas británicas– y lo de las bombas: recordemos el 7-J.

Otra cosa que sucede en Londres es que el uso del velo es inatacable. Y el del burka. ¿Habrá alguna relación? Los burkas no crean terroristas, ciertamente, pero el origen de que haya mujeres que visten como en Afganistán en barrios británicos es el mismo que el del fanatismo del padre musulmán que exige que se escolarice a su hija con velo, tanto en Londres como aquí.

¿Por qué? Primero, porque no es la "voluntad de la niña" que, por cierto, tenía seis años en el último caso conocido en España, en Gerona. Y, segundo, porque no es una expresión normal de un sentimiento religioso sino la exteriorización de un movimiento radical que está creciendo por toda Europa y que hace que políticos como Nicolás Sarkozy o Mariano Rajoy quieran afrontar el problema. ¿O acaso son sospechosos de profesar un laicismo radical? No se trata de dar un tratamiento distinto al velo por ser religioso, sino de defender que la ley también rige para los musulmanes frente a desafíos como el del velo.

Es una práctica frecuente de los totalitarismos utilizar las libertades individuales para intentar acabar con los regímenes democráticos. Es lo que intentaba la URSS comprando medios de comunicación occidentales, como hacen los saudíes con periódicos europeos, lo que intenta ETA cuando trata de presentarse a las elecciones y lo que intenta el islamofascismo cuando desafía la igualdad ante la ley apelando a la religión o disfraza de "sermones" incendiarias incitaciones al terror. Este totalitarismo es tan político como los anteriores, pero su excusa es la religión.

Harían muy mal en caer en esta trampa otros grupos religiosos –el citado observatorio, los colegios católicos, la Iglesia anglicana, etc.–, sobre todo si creen que así defienden la libertad religiosa. Y, si no, vayan a Irán a comprobar la libertad religiosa que se respira por las calles persas.

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