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John Stossel

EEUU promueve la planificación centralizada

Antes de que su congregación se hiciera cargo, dice Ayau, el personal del Gobierno había inducido a algunos niños a la prostitución. El propio orfanato estaba plagado de ratas y sin electricidad.

¿Quiere rescatar a un niño abandonado y darle cariño y un hogar? Ni se le ocurra intentarlo, dice el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Bueno, de acuerdo, no es exactamente eso lo que dijeron los burócratas, pero se le parece bastante. El Departamento de Estado dice que el sistema guatemalteco de adopción "enriquece indebidamente" a los llamados corredores de bebés, y que "Guatemala no ha creado la autoridad central necesaria para supervisar la adopción entre países”. ¿"Autoridad central"? ¿Es nuestro Gobierno el que dice eso? Suena más a apparatchik soviético.

El pasado diciembre, el cónsul norteamericano hasta se entrometió como pudo en las discusiones del Congreso de Guatemala para garantizar que la nueva ley de adopción estaba a la altura de los estándares norteamericanos. La ley está diseñada para expulsar del sector a los corredores que hacen negocio, haciendo de la adopción un monopolio gubernamental. Pero para los miles de niños que esperan una adopción, un monopolio público podría suponer la pena de muerte.

Sí, ha habido historias de horror relacionadas con los fraudes en la adopción. Algunos niños fueron robados a las familias. Siendo horrible, está lejos de ser la norma. De más de 100 casos de presunto "robo de bebés", sólo cinco fueron confirmados como ciertos, afirma la periodista guatemalteca Marta Yolanda Díaz-Durán. Eso son cinco violaciones de la ley frente a alrededor de 4.000 adopciones legales procedentes de Guatemala sólo en el 2006. Guatemala ha sido la segunda fuente más importante de niños adoptados que llegan a Estados Unidos, después de China y por delante de Rusia. El sistema actual, que depende de emprendedores que prestan un servicio a cambio de una tarifa, funcionó lo bastante bien como para que Guatemala se convirtiera en un caso de éxito en lo que se refiere a adopciones.

Las agencias de adopción norteamericanas (a cambio de unos honorarios) trabajaron con corredores guatemaltecos de adopción (también a cambio de unos horarios) para que las parejas dispuestas recibieran el niño adecuado. Se empleó una salvaguarda casi perfecta frente al robo de bebés: dos baterías de pruebas de ADN para demostrar que la madre biológica daba el consentimiento.

El proceso no era barato: los padres pagaban 25.000 dólares o más, y los corredores que pasaban meses o años recorriendo las instancias burocráticas, horror de horrores, ¡sacaban un beneficio! De ahí la indignación de nuestro Departamento de Estado ante las adopciones que "enriquecen indebidamente" a ciertas personas. Ese sentimiento fue recogido a la perfección por un representante de Unicef, que se quejaba al New York Times de que la adopción "se ha convertido en un negocio en lugar de un servicio social".

Oh, sí, a todo el mundo le encanta los "servicios sociales". Pero cuando la adopción era uno de ellos y estaba controlado por el Gobierno en Guatemala, los resultados fueron desastrosos.

Por pura casualidad, el mes pasado estaba en la capital de Guatemala visitando la universidad más partidaria del libre mercado de toda América, la Francisco Marroquín. El rector me llevó a visitar a Inés Ayau, una monja que dirige un orfanato que antes estaba en manos del Gobierno. Los niños están ahora bien atendidos, pero antes de que su congregación se hiciera cargo, dice Ayau, el personal del Gobierno había inducido a algunos niños a la prostitución. El propio orfanato estaba plagado de ratas y sin electricidad, y el Gobierno utilizaba las instalaciones para entregar clandestinamente dinero a sus camaradas. "Trabajaban 36 personas, pero había 105 en nómina." Pese a ello, los funcionarios norteamericanos quieren devolver el control de las adopciones al Estado.

Hay pocas razones para esperar que en esta ocasión lo haga mucho mejor. Guatemala es una de las naciones más corruptas del mundo, situada en el puesto 111 de 179 países en el ranking de Transparencia Internacional. Pero aun en el supuesto de que la nueva burocracia no sea corrupta, hay pocas posibilidades de que procese las adopciones tan rápidamente como los corredores, porque sin beneficio no hay incentivo para mover a los niños a través del tortuoso proceso de adopción. Cuando otros países han puesto las adopciones en manos del Gobierno, o  se reducen o se detienen. Paraguay pasó de enviar a más de 400 niños a Estados Unidos en 1996 a no enviar ninguno en el 2006. Y eso es una tragedia.

A algunas personas les podrá incomodar que un intermediario cobre 5.000 dólares por arreglar una adopción, pero el dinero que gane no es el mal. Alguien tiene que ser retribuido por preparar las pruebas de ADN y guiar a los esperanzados padres más allá de los obstáculos que pone el Gobierno. Los orfanatos necesitan fondos. Si algunos norteamericanos están dispuestos a pagar hasta 50.000 dólares por adoptar, no es algo malo. Los políticos, los burócratas y las organizaciones no gubernamentales pueden calificarlo de "tráfico humano asqueroso", pero yo lo llamo dar amor y cuidado a niños que lo necesitan desesperadamente.

Guatemala ha seguido la iniciativa de Estados Unidos y ahora miles de niños guatemaltecos abandonados se enfrentan a infancias en orfanatos. Muchos podrían haber encontrado un hogar en Estados Unidos sólo con que su gobierno y el norteamericano se hubieran quedado al margen.

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