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EDITORIAL

¿Qué harán cuando empiece la campaña?

La campaña aún no ha empezado y la maquinaria de coacción izquierdista está perfectamente engrasada y, lo que es más importante, tensada para hacer de estos comicios una verdadera pesadilla para los candidatos no afectos a la Moncloa

Las agresiones, intentos de agresión o simples algaradas a voz en grito cada vez que un candidato no afín al PSOE se dispone a hablar se están convirtiendo en el plato nuestro de cada día. Y eso a pesar de que la campaña electoral propiamente dicha no ha dado comienzo todavía por lo que, en consecuencia, da miedo pensar de lo que la extrema izquierda puede ser capaz cuando se dé el pistoletazo de salida. La semana pasada fue María San Gil, que se encontró frente a una cuadrilla de bárbaros en la Universidad de Santiago. Esta semana el acoso antidemocrático de los nuevos chequistas de la paleoizquierda ya se ha cobrado dos víctimas en sendas universidades: Dolors Nadal en la Pompeu Fabra de Barcelona y Rosa Díez en la Complutense de Madrid.

El modo de proceder es siempre el mismo. Un retén de radicales bien organizados y con las consignas y pancartas listas se sitúa a la entrada de la sala donde, minutos más tarde, el orador señalado por la propaganda va a pronunciar su conferencia. Cuando éste hace acto de presencia el ambiente se caldea y los izquierdistas desbocados arremeten violentamente contra la comitiva. Si se consigue sortear el piquete de la entrada los boicoteadores tratan de introducirse en el auditorio para hacer imposible que el protagonista del encuentro ejerza su sacrosanto derecho a expresarse y opinar libremente. Consumada la operación de repudio los violentos saben que cuentan con la impunidad que la universidad española sabe siempre ofrecer a los que se esconden tras las banderas de la izquierda.

Esta práctica tan totalitaria y nauseabunda no es nueva. Forma parte del manual de agitación que la izquierda lleva interiorizando desde hace más de ochenta años. No dejar hablar al disidente, cortar de cuajo su libertad de expresión, es la primera medida que estos aprendices de tiranos ensayan contra el que se opone públicamente a sus dictados. La siguiente es la de la agresión física, preludio inevitable de la purga. Y todo en nombre de la ideología.

En la España de la Transición se enterraron estos vergonzosos y antidemocráticos métodos de acción política. No fue hasta el virulento estallido de las campañas del Prestige y el "No a la Guerra" cuando la izquierda más cerril recuperó del baúl de recuerdos familiares su propia esencia, la del palo y tentetieso con el que osa decir no a sus postulados. En esto todos los partidos de izquierda democrática y todos los nacionalistas han tenido su parte de culpa. Los primeros por considerar que tales brigadas de choque beneficiaban sus intereses políticos. Los segundos porque el nacionalismo y la violencia van de la mano. De hecho no existe formación nacionalista que no albergue en sus filas jóvenes organizadamente violentos y devotamente enemigos de la libertad de expresión del adversario.

Lejos de disminuir tan execrables hábitos dentro de la izquierda con Zapatero en el Gobierno, han aumentado exponencialmente al calor del discurso gubernamental, centrado en el odio a la derecha, en el contra el PP todo vale y en la hiperlegitimación del social-nacionalismo. Si los grupúsculos de universitarios politizados, ociosos y muy violentos son la mano ejecutora, los grandes partidos de izquierda y nacionalistas son el alma inspiradora. Tanto PSOE o Izquierda Unida como cualquiera de los partidos nacionalistas están todavía por condenar el acoso sistemático que las sedes, cargos y simpatizantes del PP padecieron durante 2003 y 2004. Si aun no han hecho esto, no se les espera en la condena de la persecución que el PP más los recién nacidos UpyD y Ciudadanos han sufrido a lo largo de toda la legislatura.

De aquellos polvos, estos lodos. La campaña aún no ha empezado y la maquinaria de coacción izquierdista está perfectamente engrasada y, lo que es más importante, tensada para hacer de estos comicios una verdadera pesadilla para los candidatos no afectos a la Moncloa. Estas son las cartas que Zapatero y sus socios han repartido para la cita del día nueve. De los líderes del PP, UPyD y Ciudadanos depende hacer frente al sinsentido de los camisas pardas o sucumbir ante ellos enterrando, de paso, lo que queda de democracia en España.

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