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Carlos Semprún Maura

La muñeca que grita ¡Mamá!

Antes de que los jueces decidan si algunos de los 39 detenidos son culpables o no, Ségolène acusa: "Eso es política-espectáculo". Porque hubo periodistas. Y cuando no los hay, el PS se pregunta: ¿Por qué actúan en la clandestinidad?

Desde que perdió las elecciones presidenciales, la izquierda gala me recuerda una canción de Georges Brassens, cuyo estribillo dice que se ha chiflado por una muñeca: Je m'suis fait tout p'tit devant un' poupée / Qui fait Maman quand on la touche. Y la más muñeca de todas, como es lógico, es Ségolène Royal. A cada viaje, sobre todo privado, cada discurso, cada proyecto y cada ley de Sarkozy, grita ¡Mamá! Y el PS, casi unánime, la corea.

La policía ha organizado una redada en Villiers-le-Bel y alrededores para intentar detener a los culpables de los graves incidentes de noviembre pasado: disparos contra la policía, un comisario hospitalizado, después de una paliza, incendios "culturales" de bibliotecas, etc. Pues bien, antes de que los jueces decidan si algunos de los 39 detenidos son culpables o no, Ségolène acusa: "Eso es política-espectáculo". Porque hubo periodistas. Y cuando no los hay, el PS se pregunta: ¿Por qué actúan en la clandestinidad? ¿Qué esconden? El ministro de Educación Nacional aún no ha presentado su proyecto de reforma de la enseñanza primaria y Ségolène ya lo ha condenado como retrógrado.

Jean-François Kahn, director del semanario Marianne (pésimo), ha tomado la iniciativa de un llamamiento contra Nicolas Sarkozy, sin nombrarle siquiera, acusándole de pisotear los "valores republicanos", de disponer de un exorbitado poder personal y de otros crímenes contra la democracia. Como no podía ser de otro modo, Ségolène Royal encabeza la lista de firmantes, junto a François Bayrou (tienen un ligue pendiente) y Dominique de Villepin.

Las cosas han llegado a un tal grado de sarkofobia que el propio François Hollande declaró el pasado domingo, por televisión, en un curioso y pasajero relámpago de sentido común, que él, siendo el primer secretario del PS, representaba al conjunto del partido, y que el partido en su conjunto no tenía por qué firmar ese tipo de llamamientos, iniciativa de un periodista. Añadió que no había que sucumbir a un "antisarkosismo sistemático". Quería decir que por malo que fuera el presidente, no era su persona, sino su política, su Gobierno y su partido lo que había que criticar, pero es tan torpe y los medios tan imbéciles que se consideró que salió en defensa de Sarkozy. De hecho, la ministra de Economía, Christine Lagarde, ironizó sobre las condiciones de adhesión de Hollande a la UMP.

Recordaré, de paso, que desde que existe la V República siempre se ha acusado a los presidentes de comportarse como monarcas, de abusar del poder personal, de despreciar el Parlamento, de no respetar los valores republicanos, etc. Eso no quita que las elecciones presidenciales sean las más votadas en Francia.

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