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EDITORIAL

Paro maquillado

Es normal que sea el Gobierno se centre en la cifra del paro, porque es la que más llega a la opinión pública. Pero cuando la gente ve que sus vecinos pierden su empleo o, peor, que ellos mismos se quedan sin trabajo, no hay maquillaje que valga.

Quién le mandaría a Zapatero desoír el consejo de Solbes y agotar la legislatura, en lugar de celebrar elecciones anticipadas en octubre, cuando la crisis aún estaba incubándose y los ciudadanos no percibían el abismo hacia el que se asomaba nuestra economía. Pero su arrogancia y sentimiento de inferioridad le llevaron a imitar como fuera a Aznar, y ya que en capacidad de gestión es incapaz, lo hizo en lo un detalle, en principio, intrascendente. Pero ahora se agolpan los malos datos y a los socialistas sólo se les ve con ánimo de maquillarlos, como si sirviera de algo ante una ciudadanía perfectamente consciente de la situación en la que estamos, porque la vive en su día a día.

El caso posiblemente más escandaloso han sido las cifras del paro. Se ha creado una nueva categoría de personas a las que se considera empleadas, pese a que se reconoce que no tienen trabajo; la definición del grupo se deja a las comunidades autónomas. Un cachondeo, vaya, porque cada una puede optar por lo que estime conveniente si quiere tener datos maquillados que presentar a la luz pública o si prefiere ser sincero y reconocer la situación. Naturalmente, entre los primeros destaca Andalucía, que entre otras cosas ha retirado de un plumazo a todos aquellos chicos de entre 16 y 18 que están buscando empleo.

Es natural que sea el paro la cifra en la que quiere centrarse el Gobierno, porque es la que más llega a la opinión pública. Pero cuando la gente ve que sus vecinos pierden su empleo o, peor, que ellos mismos se quedan sin trabajo, no hay maquillaje que valga.
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