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Fundación Heritage

El islam y Gran Bretaña

La amenaza no viene tanto de los musulmanes que viven en la sociedad británica sino más bien de quienes utilizan su presencia como razón para abandonar las estructuras culturales, legales y políticas que han hecho de Gran Bretaña lo que es.

Helle Dale

Con la elegancia de un elefante en una cacharrería, Rowan Williams, Arzobispo de Canterbury, hizo hace unos días un incursión en el difícil tema de cómo los musulmanes pueden encajar en las sociedades occidentales. El consiguiente estruendo aún sigue escuchándose por toda Gran Bretaña y más allá del charco.

Posiblemente podríamos agradecerle al venerable caballero por sacar el tema a la luz pública. Cómo encajan los musulmanes en las sociedades occidentales es ciertamente un asunto que merece una intensa reflexión y debate ya que las poblaciones musulmanas no dejan de crecer, especialmente en Europa, pero también en Estados Unidos, Canadá y Rusia.

Sin embargo, las conclusiones a las que el arzobispo llegó en una entrevista hecha por la BBC eran alarmantes: a saber, que Gran Bretaña tiene que "enfrentarse al hecho" de que algunos ciudadanos no se sienten afines al sistema de justicia británico y que la entrada de la ley islámica (sharia) parece "inevitable". La ley islámica es el sistema de justicia que dirime aspectos sociales y culturales en la vida de los musulmanes. Es a menudo polémica debido a la severidad de sus castigos y a su carencia de derechos para las mujeres. Darle entrada, dijo el arzobispo, podría ayudar a la cohesión social en Gran Bretaña porque los musulmanes podrían elegir, por ejemplo, resolver sus conflictos maritales o financieros usando un tribunal de ley islámica.

Curiosamente, cohesión social es exactamente lo que han producido las declaraciones del reverendo Williams cuando los británicos han empezado a ver la desaparición de su sistema legal. A veces, el aprecio por los propios valores e instituciones no llega hasta que se ven amenazados. En este caso, la amenaza no viene tanto de los musulmanes que viven en la sociedad británica sino más bien de quienes utilizan su presencia como razón para abandonar las estructuras culturales, legales y políticas que han hecho de Gran Bretaña lo que ha sido desde hace siglos.

Lo mismo se puede decir de otras sociedades occidentales bajo presión de sus crecientes poblaciones musulmanas. Puede que estas sociedades no sean perfectas. De hecho, algunas viran hacia la decadencia, la tolerancia excesiva rayando en la blandura y una cultura de masas que responde al absolutamente más bajo denominador. Sin embargo, también han producido los principios liberales fundamentales y universales de la democracia: igualdad ante la ley, respeto por la dignidad humana, derechos políticos y libertad religiosa.

Mientras tanto, en Gran Bretaña, se cuenta que el arzobispo se ha quedado desconcertado al ver la ferocidad de la respuesta a sus cavilaciones. Desde la bancada de los conservadores hasta los portavoces del primer ministro Gordon Brown, desde activistas gay, pasando por conservadores acérrimos, hasta defensores de la mujer musulmana, la protesta ha sido airada y vociferante. El ministro laborista de Cultura Andy Burnham dijo que eso de introducir la ley islámica crearía "caos social". Shaista Gohir, director de Voz Musulmana del Reino Unido y consejero del Gobierno británico, dijo que "la mayoría de musulmanes no quiere eso" citando las estadísticas que dicen que el 60% de los musulmanes en realidad están contra la idea". "No es apto para ser el Arzobispo de Canterbury, no sabe lo que es de su incumbencia", arremetió Gerard Batten, parlamentario europeo por parte del partido británico por la independencia.

Puede parecer extraño que la iglesia anglicana se meta en el terreno de la integración musulmana. Pero como los cristianos practicantes son una parte cada vez menor de la población, los líderes británicos de la iglesia parecen estar en una búsqueda constante de causas sociales. El cristianismo como base de la sociedad británica se ha convertido para muchos –incluyendo obviamente al arzobispo–en algo cada vez menos obvio.

De ahí que el asunto concreto que preocupaba al arzobispo fuera el diálogo interreligioso entre cristianos y musulmanes. Los que deseen saber más sobre su opinión podrían intentar leer su disquisición del 7 de febrero El islam en la ley inglesa: Ley civil y religiosa en Inglaterra que fue lo que dio inicio a todo el asunto. Es uno de los documentos más farragosos con el que uno se pueda topar alguna vez y una obra maestra de deconstrucción.

Aquí tiene una muestra del pensamiento del arzobispo según lo expresado en El islam en la ley inglesa: "El Estado de Derecho no es por tanto la consagración de la prioridad para la dimensión universal/abstracta de la existencia social, sino el establecimiento de un espacio accesible para todos en el que sea posible afirmar y defender el compromiso con la dignidad humana como tal, independiente de afiliación a cualquier condición humana específica o tradicional, para que cuando comunidades o tradiciones específicas estén en peligro de aducir su carácter definitivo para sus propios límites o prácticas y comprensión, se les recuerde que tienen que aceptar la realidad de la diversidad humana."

¿Éste es el "Estado de Derecho"? Los autores de la Carta Magna deben estarse revolviendo en sus tumbas.

©2008 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en el Wall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

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