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Juan Carlos Girauta

La moto que nos venden

Ha sido una legislatura tan socialista que ha destacado por transferir íntegramente los grandes beneficios del ciclo expansivo que concluye a las empresas, condenando a los asalariados a perder poder adquisitivo

Según el Ministerio de Economía, la cuota media de hipoteca que paga un español es de 1.000 euros al mes. Combínese ese dato con otro de Hacienda: casi veinte millones de contribuyentes declaran ingresos iguales o inferiores a 1.000 euros al mes. Iguales o inferiores a la cuota media de la hipoteca. Mientras, Rodríguez se viene jactando –la última vez en el gran debate– de haber puesto la renta per cápita española por encima de la italiana.

Uno no sabe ya si creer en los datos del presidente después de oírle asegurar que España era el país que más crecía después de China (en realidad tenemos unos ciento treinta países por delante en crecimiento económico) y tras haber visto las dos gráficas falsas que exhibió ante Rajoy. Por efecto de los caprichosos colorines, puede que alguien se creyera que el precio de la vivienda ha bajado en la legislatura de la mentira; pero ese alguien tiene que vivir fuera de la realidad.

Con todo, demos por bueno que los datos oficiales avalan nuestro sorpasso a Italia en renta per cápita. Bien, hay países con altísimas rentas per cápita que tienen a la mayor parte de la población rozando la miseria o instalada en ella. Se trata de una media, crecientemente irrelevante y falta de significado a medida que aumentan las desigualdades del país medido. En el caso italiano cabrían dos explicaciones: la persistente desigualdad entre el norte y el sur y el especial peso de la economía sumergida.

Ya nos gustaría a nosotros tener tantas grandes empresas industriales como Italia, un diseño tan puntero, una exportación tan potente, una marca de país tan prestigiosa, un espíritu tan emprendedor y una concentración de eslabones de la cadena de valor tan intensivos en conocimiento. Tomen como ejemplo el aceite de oliva; el nuestro es más y mejor, pero son empresas italianas las que van a buscarlo a Jaén en cisternas, lo compran a granel, lo mezclan un poquito con el suyo para que no se diga, lo embotellan en pequeños y lujosos envases, le colocan acreditadas etiquetas italianas, lo promocionan por el mundo con la ayuda de un eficaz aparato público y lo colocan en los mejores restaurantes del planeta a precio de oro. Cuéntele Rodríguez al aceitero jienense lo del sorpasso.

El resto de la moto que nos vende Rodríguez es similar. Ninguno de sus éxitos económicos convence a una sociedad paulatinamente depauperada tras una legislatura tan socialista... que ha destacado por transferir íntegramente los grandes beneficios del ciclo expansivo que concluye a las empresas, condenando a los asalariados a perder poder adquisitivo: sí, la inflación acumulada de los últimos cuatro años es mayor que el aumento medio de los salarios. La moto que nos vende Rodríguez está averiada.

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