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Alberto Recarte

Nos esperan varios años de ajuste

El resultado global es un crecimiento del PIB del 0,24%. Es decir, una situación de estancamiento, muy cercana a la recesión.

El presente ensayo de Alberto Recarte, que publicamos en cuatro entregas, es un análisis de la situación actual de la economía española y de sus perspectivas de crecimiento y empleo a corto y medio plazo, realizado como base de un discurso ante el Observatorio Económica FAES. Puede consultar la primera, segunda y tercera entregas. Cualquier duda o consulta sobre este artículo será, como siempre, respondida en el consultorio económico de Libertad Digital Televisión: tomasyrecarte@libertaddigital.tv.

7. El consumo y el sector exterior

No he querido dedicar más atención a la evolución del consumo privado y público, por haberlo hecho con asiduidad en el pasado. Baste decir que la pérdida de empleo en el sector de la construcción de viviendas va a hacer difícil que el empleo neto crezca en 2008. El mejor de los mundos sería un crecimiento de 200.000 empleos. Esa cifra significaría un 1% sobre el volumen total de empleo a finales de 2007. Como habrá transferencias públicas para prestaciones por desempleo y subsidios de paro y están anunciadas otras transferencias a familias por distintos conceptos, además de una reducción de impuestos directos, es posible que el consumo privado crezca más de lo que sería esperable dado el estancamiento de la creación de empleo. Esas perspectivas son las que están recogidas en el cuadro VI, que recoge el cuadro macroeconómico que preveo para 2008. Si bien, y en sentido negativo, al consumo privado le afectan la subida de precios de muchos alimentos y el efecto riqueza de unos menores precios de todo tipo de viviendas. En cualquier caso, he procurado ser más optimista que pesimista ante la ausencia de datos contundentes en un sentido u otro.

Finalmente, la demanda exterior es posible que sume en lugar de restar, por primera vez en muchos años. Las importaciones deberían crecer menos, aunque la subida de precios de todo tipo de materias primas, energéticas, metales, y granos, leche y productos agrarios en general, podría reflejarse en un crecimiento de las importaciones, por precio más que por incremento de las cantidades importadas, que no sería lógico en una economía en clara desaceleración. Las exportaciones, por su parte, quizá crezcan menos de lo previsto por la desaceleración económica mundial y la de la economía europea en particular. A pesar de lo cual he preferido no dar mucho peso a esos fenómenos, por considerar que la evolución de nuestro PIB es más relevante para determinar las tasas de crecimiento de exportaciones e importaciones.

8. El crecimiento del PIB en 2008

La conclusión de todas esas apreciaciones sobre la evolución de la Formación Bruta de Capital es que la reducción del conjunto de la inversión restará algo más del 2% al crecimiento del PIB en 2008. Y considero haber sido optimista en cuanto a la evolución de la inversión en Bienes de Equipo. Este dato es el que resulta del cuadro II. Por otra parte, considero que el consumo privado crecerá un 2,5% en términos reales y que el consumo público lo hará en un 4%. La suma de estos componentes se traduce en que la Demanda Nacional podría crecer prácticamente nada. Un 0,08% en 2008.

Y considero, también, que el sector exterior equilibra, en la práctica, los efectos positivos y negativos sobre el PIB, por lo que el resultado global es un crecimiento del PIB del 0,24%. Es decir, una situación de estancamiento, muy cercana a la recesión. Esta es la conclusión que numéricamente se explica en el cuadro VI.

9. ¿Y el futuro tras el ajuste a la baja en la Formación Bruta de Capital?

Para empezar, la economía española lleva creciendo desde 1994, por lo que no hay que extrañarse de que ahora hayamos entrado en un ciclo descendente. Un periodo que va a durar muchos años. Por diferentes razones. Quizá lo primero es explicar que, en lo que se refiere a estructura económica, nuestro país se parece mucho a Florida, por el peso del sector de la construcción, el turismo y el peso de la inmigración reciente. España es diferente, en positivo, porque tiene un sector industrial mucho más importante que el de ese estado norteamericano. El ajuste inmobiliario en Florida comenzó hace tres años y ha provocado la recesión en ese estado. Los precios de las viviendas han cedido entre el 10% y el 30% y el ajuste no ha terminado todavía. En España el ajuste en los precios de la vivienda ha comenzado hace apenas un año y el del sector de la construcción apenas ha dejado sentir sus efectos en la economía en 2007.

Por otra parte, la situación económica española recuerda a la de Alemania en el periodo 94/96, cuando las grandes obras civiles y las grandes inversiones inmobiliarias derivadas de la reunificación habían corrido su curso. En ese momento, la economía alemana perdió el impulso del sector de la construcción y se encontró, simultáneamente, con que la entrada en el euro a un tipo de cambio muy exigente para su economía, que le obligaba a recortar salarios reales y a reducir los beneficios empresariales. Esa situación repercutió inmediatamente en el consumo privado que no ha crecido en casi diez años. Ahora ha vuelto la confianza y se ha recuperado algo el consumo. Pero el ajuste ha durado un decenio.

La economía española también está perdiendo el impulso del sector de la construcción y se encuentra, ahora, tras casi diez años en los que la inflación y los costes laborales unitarios han crecido reiteradamente por encima de los de los otros miembros del área euro, con que somos un país de precios altos y que no tenemos las ventajas comparativas con las que nos integramos en el euro en ese momento y que significó un impulso a la actividad exportadora y a la sustitución de importaciones durante cuatro o cinco años.

Por eso, por el ejemplo de Florida y, sobre todo, por el de Alemania, que ha tenido que hacer grandes sacrificios para recuperar su competitividad, creo que el ajuste de la economía española puede durar mucho tiempo.

El efecto en el empleo ya durante 2008 puede ser dramático. Téngase en cuenta que en el sector de la construcción trabajan 2,5 millones de personas, y que hace sólo diez años trabajaban 1,2 millones. Y que en el sector inmobiliario de servicios a las empresas y alquileres trabajan otros 1,5 millones de personas frente a apenas 0,8 millones hace esos mismos diez años. En conjunto estamos hablando de 4 millones de personas, de las que más de 1 millón podrían perder el empleo a corto plazo. Si esto ocurriera, el desempleo alcanzaría a más de 3 millones de personas, a las que habría que sumar las que lo perdieran por restricciones en la demanda de servicios y por el logro de una mayor eficiencia en el sector industrial. Es probable que la economía española pierda empleo tan rápidamente como lo ha creado. El problema tiene, en esta ocasión una doble cara, económica y social. Se trata, obviamente, de un problema de gran dimensión económica, pero también social porque una parte sustancial de los inmigrantes que van a permanecer en España a pesar de la crisis, no tiene detrás la red de seguridad que significa, para los españoles, la familia.

Estamos hablando, pues, no sólo de coste económico para las finanzas públicas, sino de situaciones de auténtica marginación como no hemos conocido nunca en España. Y no sabemos ni cómo enfrentarnos a ese nuevo tipo de marginación ni qué efectos sociales y políticos puede tener en el conjunto de la sociedad española.

Si el ajuste es muy brusco, no sería imposible que en 2009, gobierne quien gobierne, nos encontremos con más de 3,5 millones de parados.

Éste es el panorama que tendrá que encarar el gobierno que gane las elecciones. Olvídense de los planes económicos de los partidos, PP y PSOE, que hablan –sin explicarlo, por supuesto– de recuperar rápidamente un crecimiento del 3% y de crear 2 millones de puestos de trabajo en los próximos 4 años. No sabemos qué política económica va a diseñar ninguno de los grandes partidos. Quizá lo único que se ha expuesto con claridad es que ambos quieren rebajar la imposición directa. Pero, en este caso, y durante unos años, en mi opinión, la rebaja de impuestos no servirá para relanzar la economía, como ocurrió con las anteriores reformas fiscales, sino para transferir recursos a las familias con los que puedan hacer frente a su pérdida de poder adquisitivo y a su endeudamiento. Medidas imprescindibles, pero que no se aplicarán en un entorno de crecimiento y de infrautilización de todo tipo de recursos humanos y técnicos en el que, efectivamente, podrían animar la actividad y terminar por recaudar más de lo que se pierde a corto plazo con la reducción. Se propondrán en otro diferente, de endeudamiento, de dificultades de financiación de todo tipo de actividades y que pueden aspirar, como mucho, a mantener un nivel de demanda de consumo mayor del que se correspondería con una situación de nulo o escaso crecimiento del empleo y de un tremendo problema de paro.

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