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Pedro de Tena

Un debate imposible y un moderador abducido

No deberían volver a repetirse estos encuentros, que no debates. Mejor, debates dos a dos.

No ganó nadie, pero Chaves se retrató infringiendo las normas. No ganó nadie, pero el moderador, abducido por al poderío de Chaves en Canal Sur TV, quedó en evidencia e incluso estuvo impertinente con Javier Arenas. No ganó nadie, pero Javier Arenas nos hizo desear el debate cara a cara porque se le vieron maneras y argumentos. No ganó nadie, pero en IU deberán explicar cómo Valderas atacaba más a Javier Arenas que al presidente Chaves cuya gestión se enjuicia. No ganó nadie, pero Julián Álvarez o no se preparó el debate (llevaba menos papeles que una liebre) o fue sencillamente a presentar a Coalición Andalucista y poco más. En fin.

Es una lástima, suponemos que intencionada por parte del PSOE y Canal Sur, que nadie de los que pueden hayan colgado el debate de ayer de Canal Sur TV en YouTube para que pueda ser reproducido en la esfera digital. Más inexplicable resulta que el PP no lo haya hecho. De ese modo podría verse con claridad cuántas veces interrumpió Chaves a los demás participantes, cuánto tiempo efectivo estuvo cada uno –Chaves se pasó en unos minutos a los demás, a ojo de buen cubero–, y podría certificarse la pasividad del moderador de Canal Sur TV, Carlos María Ruiz, ante un Chaves infractor de las normas que no hacía caso del tiempo. Esperemos que alguien lo cuelgue a lo largo del día.

Pero vamos al debate en sí. En primer lugar, hemos de decir que el debate a cuatro en hora y media es un debate imposible. Es más, no es un debate, sino una yuxtaposición de diferentes intervenciones en las que cada uno de los debatientes dice lo que le da la gana. En hora y media, apenas hubo leves controversias fijadas en unos segundos por las reglas absurdas que todos aceptaron. Es un formato imposible y con unos mimbres así nada puede hacerse que tenga sentido.

Manuel Chaves, a pesar del mensaje de su jefe acerca de la "alegría" estuvo hosco, agrio, cabreado e incluso harto. Se le notaba la edad, el cansancio de estos números que ya conoce y que no le gustan y la molestia de quien, acostumbrado al ordeno y mando, ve cómo se le rebelan, suavemente, algunos inferiores. Bien iluminado y vestido con acierto, Chaves se dedicó desde su primera intervención a no respetar el tiempo fijado en las normas pactadas. Ya en su primer discurso se pasó medio minuto, si no más

Después, Manuel Chaves se "retrató" como el único de los participantes que interrumpió una y otra vez a cada uno de los demás, sobre todo a Javier Arenas que se lo tuvo que tomar a broma denunciándolo en voz alta. Igualmente, aunque el moderador le advertía dulcemente sobre el fin de sus tiempos, Chaves ni lo miraba y seguía hablando como si nada hasta que conseguía encontrar un final que le parecía adecuado o exponía los mensajes que tenía que exponer. Como ya es costumbre, la mala dicción, las equivocaciones y demás perlas de su oratoria estuvieron presentes. Y eso sí, referencia final a su propio "régimen", palabra que nadie sacó en el debate salvo él. Seguramente, sus asesores le hicieron una tonelada de papeles sobre eso, pero los demás no picaron.

Desde el punto de vista del debate, se limitó a explicar lo bien que está todo y lo catastrofistas que son los demás, especialmente Arenas. Le mola lo del catastrofismo. Resultó descolocado en el tema agua, en el tema AVE y en algunos otros. Descolocado quedó en los diez o doce datos horribles que le sacó Arenas. Nada nuevo bajo el sol.

Javier Arenas, maquillado de oscuro tuareg y pésimamente iluminado en su rincón superior derecha, no cabía en el formato. Incluso llegó a expresarlo en voz alta, que el formato era imposible. No sacó la artillería pesada ni expuso sus argumentos y proyectos porque el formato es, como decimos, lamentable. Se llevó una respuesta inesperada y certera de Chaves cuando lo acusó de "antiguo" (tan antigua como yo es la oposición del PP, le dijo Chaves).

En todos los bloques, Arenas sacó argumentos importantes pero no pudo desarrollarlos. Pegó duro a Chaves cuando éste le espetó, de nuevo, lo de "decretazo" sacándole las huelgas generales de 1988 y 1994, por los contratos basura y el recorte de las prestaciones de desempleo. Buen entrenamiento sobre el fiasco del AVE y sobre el New Flame, temas en los que hay cosas que no sacó.

Se produjeron coincidencias de Arenas con los demás participantes de la oposición: elecciones separadas, agua, educación, renta y demás, lo que evidenció que Chaves está solo frente a la realidad. Arenas no dijo ni pío sobre los andalucistas y los comunistas, que podía. Alguna prensa dice hoy que ganó. Si lo hizo, fue suavemente.

El señor Valderas, que defendió un comunismo arcaico y temible sin concreción alguna en medidas, dedicó más tiempo a criticar a Arenas que en machacar a Chaves. Su lamentable dicción y sus generalizaciones ideológicas sobre el Estatuto no sirven en este tipo de debates. Con todo, se lo había preparado.

El que parecía no haber preparado ni un minuto el debate fue el andalucista Álvarez, que estuvo distendido y simpático pero sin papeles ni argumentos ni datos ni nada. Presentó en sociedad a su Coalición y pidió el voto para ella. Sólo intervino algo más concretamente en agua y educación, obligando a decir a Chaves que lo de darle agua a Cataluña no estaba decidido.

Y finalmente, el presentador, Carlos María Ruiz. No lo tenía fácil porque el formato es de locos. Pero él contribuyó a empeorarlo. Mareó a los televidentes con el tiempo, avisando del tiempo un minuto antes de que terminaran los bloques de 2 minutos y medio. O sea. Y luego, se vio con claridad desde el principio que, aunque dijo que todos eran candidatos en igualdad de condiciones, Chaves era más igual que los otros. Le perdonó una primera intervención ya más larga de lo debido. Le perdonó todas las interrupciones que hizo a los demás. Le perdonó que en las intervenciones no se ajustara al tiempo. Abducido por el "poderío" del masca, prefirió mirar para otro lado.

Sin embargo, cuando Javier Arenas comentó lo imposible del formato del debate le espetó, impertinentemente en nuestra opinión, que en televisión se puede escribir el Quijote en dos minutos y medio. Pues que lo haga él a ver si es cierto. Es decir, un moderador moderado íntimamente por la majestad de Chaves.

Y eso fue más o menos todo. No deberían volver a repetirse estos encuentros, que no debates. Mejor, debates dos a dos. Por ejemplo, uno entre el presidente saliente y todos los partidos de la oposición y luego, otro debate más entre los dos candidatos con posibilidades reales de ganar las elecciones. Ahora, a esperar que cuaje el debate del domingo y a presenciar un debate digno de tal nombre donde Javier Arenas tiene mucho que ganar y Chaves mucho que perder.

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