A Rodríguez Zapatero le está saliendo todo mal en esta campaña electoral. No ha conseguido levantar cabeza en ningún momento. Sus propuestas se las traga la tierra; ni siquiera sus medios afines parecen encontrarles interés. No consigue sacar cabeza. Zapatero ha intentado repetidas veces retomar el ritmo y marcar la pauta de la campaña. Pero ha fracasado completamente.
Esta situación se ha agravado aún más desde el debate electoral entre Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy del pasado lunes. Tras perder fuerza y agotar todos sus recursos, ahora se ha quedado encima sin los titulares. La irrupción en campaña de Felipe González ha sido la guinda que le faltaba al presidente del Gobierno. Porque hasta ahora, por más que Zapatero estuviera noqueado, por lo menos conservaba el protagonismo en su partido como candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Ahora ya ni siquiera le queda eso. Le ha salido un duro competidor: Felipe González.
González se ha erigido en el gran protagonista de la campaña del PSOE. Parece como si hubiera vuelto a ser nominado como candidato a la presidencia del Gobierno. El insulto de González a Rajoy calificando de imbécil al líder del Partido Popular ha roto totalmente la campaña. La ha dinamitado con insultos, crispación y descalificaciones. La participación del ex presidente del Gobierno le ha robado el protagonismo a Zapatero, colocándole como un mero telonero.
Cuando a un político le empiezan a salir mal las cosas, le termina saliendo mal absolutamente todo. Hasta ahora Rodríguez Zapatero tenía que competir con su principal adversario, con Mariano Rajoy. Ahora también ha de enfrentarse a la competencia dentro de su propio partido, una competencia que, quién lo iba a decir, se llama Felipe: la encarnación pura del amiguismo, el pelotazo, la corrupción y el terrorismo de Estado. González ha decidido quitarle el sitio a Zapatero, por de pronto en esta campaña. Luego ya veremos.
