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El vuelco de Texas y Ohio

¿Será coyuntural o habrá comenzado a desinflarse el globo de Obama?

Máximas calificaciones para el guionista de las primarias. Si lo hubiera. El suspense no puede ser mayor. Hillary estaba moribunda hace dos semanas. Este martes 4 ha recibido una inyección de vida. La cuestión es cuanta.

Tras siete derrotas seguidas después del supermartes 5 de Febrero, Texas y Ohio deberían ser su segura resurrección. Pero hace dos semanas se sumaron otros tres fracasos más y el de Wisconsin pareció fatídico. Por primera vez se podía afirmar que el fenómeno del momentum, impulso en el que el éxito llama al éxito y se convierte en una bola de nieve, parecía viento en las velas de Obama. En el estado norteño había amentado su proporción de voto en todas las categorías que estaban por él y había entrado a saco en las de la senadora Clinton. Inmediatamente, confirmando su desgracia, las expectativas de ésta en Texas y Ohio se hundieron en las encuestas. Perdía en el segundo y ganaba por la mínima en el primero. Luego al revés y por fin el vuelco: holgada victoria en el norte y apretada en el Sur. A ello se suma, y ya son tres, el pequeño estado de Rhode Island, dejándole a Obama el de Vermont.

¿Qué desmintió las previsiones? Clinton se defendió, aunque con algunas pérdidas, entre los suyos en Texas, mientras que en Ohio consiguió mejorar su puntuación entre su clientela e incluso hacer alguna incursión entre la de Obama.

¿Por qué? No hay certezas, pero parece que una mayor agresividad de su campaña en los últimos días haya hecho mella en los puntos débiles de Obama, vacuidad e inexperiencia, atacados frontalmente en los anuncios televisivos de su rival. Entre las muchas preguntas que hacen las completísimas encuestas de salida de urna se incluyen las referentes a cuándo el votante tomó su decisión. Entre los de fecha más tardía la senadora aventajaba a Barack en más de 20 puntos. ¿Será coyuntural o habrá comenzado a desinflarse el globo de Obama?

Por lo demás se confirman las dos coaliciones en que los rivales han escindido al electorado demócrata. Para el senador por Illinois los afroamericanos, los jóvenes, los varones blancos (sobre todo en estados donde la minoría negra es pequeña), los más acomodados, los de mayor nivel cultural. Con Hillary están las mujeres, los latinos, las personas de edad, los menos acomodados, los que carecen de titulación universitaria. Naturalmente, cada votante pertenece a varias de estas categorías y en todas se trata de diferencias porcentuales a favor o en contra, aunque en el caso de los negros Obama casi se queda con la categoría entera, con porcentajes superiores a 80% e incluso el 90% y además casi iguales en mujeres, aunque algo menos, que en hombres.

La victoria de la senadora significa pura y simplemente que puede seguir. Obama continúa superándola en todo: estados, votos y delegados comprometidos, pero desde luego ya no puede llegar a la convención de Denver, a finales de agosto, con la mitad más uno de éstos últimos. Dadas las reglas demócratas, los resultados del martes apenas han modificado el balance. De ahí que ya se haya desencadenado una lucha dialéctica, que puede ir ganando en ferocidad de semana en semana, sobre los procedimientos de selección y muy especialmente sobre la libertad de voto de los superdelegados, los 796, 20% del total, que no son elegidos por los votantes sino que lo son por su cargo en el partido y pueden votar como les plazca. Bastantes ya han comprometido públicamente su voto y el número de los que se inclinaban por el senador había ido creciendo, sin objeciones por parte del aspirante. El proceso ya se ha frenado en seco y la campaña de Obama ya ha comenzado a protestar por la posibilidad de que se invierta.

Ahora todo cuenta y lo que más cuenta es Florida y Michigan, los dos estados cuyas primarias fueron anuladas por la cúpula del partido debido a la oportunista desobediencia en las fechas de celebración de las organizaciones estatales. Rebelándose contra la dirección nacional siguieron adelante con las consultas. Ninguno de los dos contendientes hizo campaña y Obama retiró su nombre de la papeleta en la primera de ellas, Michigan, donde figuró Clinton. Previsoramente incluyó luego su nombre en Florida. Clinton ganó las dos. Ahora todo está en juego: reconocimiento de delegados, de votos, en ambos, sólo en Florida, repetición del evento. Con sólo los sufragios de Florida Clinton ya le pisaría los talones en esa cuenta a su competidor y podría llegar a ganarle. ¿Cómo votarían entonces los super delegados? ¿Cuántos se retractarían de la intención hecha pública? La batalla intestina estremece a los dirigentes y alegra el corazón de los republicanos, pero los votantes del partido parecen interesados en que continúe.

Los ojos están ahora puestos en Pensilvania, a siete semanas vista, otro estado grande, de los que Obama es francamente deficitario. En estructura demográfico/social Pensilvania es como su vecina por el oeste Ohio y algunos dicen que al cuadrado. Neta ventaja para Hillary.

Mientras tanto, del lado republicano, las consultas de la semana, con McCain como siempre en cabeza, han llevado a la renuncia de pastor evangelista Huckabee, con el buen estilo que ha caracterizado toda su campaña, la cual lo ha convertido en una de las personalidades de su formación política, con un gran futuro por delante. McCain puede ya concentrarse en la batalla decisiva sin saber todavía quien va a ser su contrincante, pero mientras toda la atención está absorbida por la pelea entre demócratas y él sigue sin resolver todos sus problemas con su base conservadora.

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