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Emilio J. González

Un pacto de Estado para afrontar la crisis

La situación, por tanto, lo que requiere es un pacto de Estado, un gran acuerdo nacional entre los dos principales partidos políticos, esto es, el PSOE y el PP, para afrontar la crisis económica y superarla pronto y de la mejor manera posible.

Si los datos e informes sobre la economía española dibujan un panorama bastante oscuro, los resultados que han arrojado las urnas añaden matices bastante inquietantes al mismo. Zapatero ha ganado con políticas, propuestas y mensajes con fuerte carga radical para añadir a su saca de votos apoyos procedentes de Izquierda Unida y los nacionalistas de izquierdas y lo ha conseguido. Sin embargo, la coyuntura no está para que se apliquen muchas de esas medidas, ya que podrían poner las cosas aún peor de lo que ya podrían estar si se confirman las últimas estimaciones de los analistas, que ya hablan de recesión.

El primer problema que tendrá que abordar el Gobierno es el de la inflación. No basta con decir que la tasa de crecimiento de los precios va a desacelerarse a partir de la primavera, por un simple efecto estadístico, ni que los precios de los alimentos y el petróleo suben en todo el mundo porque entonces el problema persistirá. Aquí, lo que hace falta es, en primer lugar, profundizar en la liberalización de la distribución comercial en todos sus eslabones y, en segundo término, dejar de favorecer a determinadas empresas solamente por intereses políticos muy concretos y localizados. Sin embargo, cuando la contribución de los socialistas catalanes al triunfo de Zapatero ha sido tan fundamental, cuando éstos están liderados por un José Montilla que introdujo más rigideces en la distribución comercial para satisfacer intereses muy concretos en Cataluña, ¿quién va a poner este cascabel al gato? ¿Va a ser Zapatero capaz de enfrentarse al presidente de la Generalitat por una cuestión que es políticamente muy sensible en aquella comunidad autónoma?

Zapatero, además, ha plagado su propuesta electoral de promesas de gasto público y más gasto público en unos momentos de fuerte desaceleración económica que, con toda probabilidad, se reflejará en unos ingresos presupuestarios sensiblemente menores de lo previsto. Zapatero considera que con más gasto público podrá sostener la actividad económica, sobre todo en el sector de la construcción, pero lo cierto es que, de cumplir su palabra, muy probablemente la economía española volverá al déficit público, justo lo contrario de lo que se necesita en estos momentos de crisis crediticia internacional y de falta de financiación de la economía española. Durante los últimos años, nuestro país ha obtenido los recursos que necesitaba del exterior, pero esos recursos ahora no vienen a nuestro país o, simplemente, escasean y buscan destinos más atractivos. En este contexto, si hay que financiar el déficit público con ahorro español, quien se quedará sin financiación será el consumo y la inversión, los factores que impulsan el crecimiento económico y la creación de empleo, con el consiguiente riesgo de agravar y prolongar la crisis.

A Zapatero y, por tanto, al país, se le presenta una difícil situación. Si quiere cumplir sus promesas, el presidente del Gobierno tendrá que apoyarse en aquellos partidos de izquierda a los que ha arrebatado una cantidad sustancial de votos, los cuales venderán caros sus apoyos y no precisamente en forma de reformas estructurales o políticas de liberalización y moderación del gasto, sino yendo bastante más allá de lo que propone Zapatero, bien sea en términos de política económica, bien de política territorial. Si, por el contrario, éste se apoya en CiU, entonces estará traicionando a parte de sus votantes e, incluso, a ese PSC-PSOE al que tanto debe Zapatero y que en su momento se negó a pactar con los convergentes para hacerlo con ERC, lo que podría acarrear consecuencias negativas para los socialistas a nivel nacional. En cierto modo, por tanto, Zapatero está ante una especie de trampa saducea si insiste en seguir avanzando por el rumbo trazado durante los últimos meses.

¿Qué habría que hacer entonces? Zapatero probablemente es consciente de la gravedad de la situación económica, razón por la cual ya antes de las elecciones comprometió a Solbes a seguir en el cargo de vicepresidente económico. Pero Solbes por sí solo no es la panacea para los serios males que aquejan a la economía española si no puede actuar como debe, bien por los compromisos políticos de los socialistas, bien porque desde la Oficina Económica del Gobierno o desde cualquier otro ámbito próximo al presidente no se deje hacer a Solbes. La situación, por tanto, lo que requiere es un pacto de Estado, un gran acuerdo nacional entre los dos principales partidos políticos, esto es, el PSOE y el PP, para afrontar la crisis económica y superarla pronto y de la mejor manera posible. En la noche electoral, Zapatero habló de pactos de Estado. La política económica debería estar incluida en ellos.

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