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Amando de Miguel

El nacionalismo acaba con nosotros

Los catalanoparlantes pueden entenderse fácilmente con la mayor parte de los habitantes de Baleares o de Valencia. Pero la otra mitad de Cataluña, la hispanoparlante, se puede entender fácilmente con la mayor parte de los españoles y los hispanoamericanos

Francisco Martín Moreno (San Sebastián de los Reyes, Madrid) se queja de la peligrosa tendencia de definir al "Estado español como un conjunto formado por Cataluña, País Vasco, Galicia y España". Bien absurdo es ese conglomerado, pero lleva camino de convertirse en realidad política. Por lo menos es así como la entienden muchos nacionalistas. Que son los que dominan en España (por lo menos culturalmente), por su alianza con la izquierda. ¡Dios mío, qué es España!

Ramón Cervello me escribe con esa poca gracia de los que se creen graciosos: "Estimat Amando, que poc amando sembla. Voste ens espeta que la llengua comú del espanyols és la llengua espanyola. Aixó vol dir que la llengua comú dels catalans es la llengua catalana?". No señor. Toda la vida de Dios los españoles se han entendido entre ellos hablando en español o castellano. En Cataluña la mitad de la población –más o menos– tiene el catalán como lengua propia o familiar, y la otra mitad (a salvo de unos pocos extranjeros no hispanohablantes) posee el español como lengua propia o familiar. Otra cosa es lo que digan las leyes y los gobiernos. Los catalanoparlantes pueden entenderse fácilmente con la mayor parte de los habitantes de Baleares o de Valencia. Pero la otra mitad de Cataluña, la hispanoparlante, se puede entender fácilmente con la mayor parte de los españoles y de los hispanoamericanos, incluida la minoría de los hispanos en USA. Ese tozudo hecho estadístico tiene más fuerza que todas las maniobras de inmersión lingüística de los que mandan en Cataluña y va a provocar su descrédito y el consiguiente auge del español en esa región. Eso será así aunque Cataluña llegue a ser independiente. Recuérdese que el fomento de la lengua española en Iberoamérica tuvo lugar a partir de la independencia de esos países.

Jaime Rojo se desahoga respecto a los nacionalistas de Mallorca, dispuestos a "convertir a las Baleares en una colonia de su ansiada Catalunya independiente". Recuerda el lamentable episodio de Carod Rovira en la televisión cuando se cabreó porque alguien "tuvo la osadía de llamarle José Luis", su nombre de pila.

A propósito cuando yo llegué a esta isla, hace veintidós años, hacía atletismo y me dedicaba a ir por los pueblos a participar en las carreras que en ellos se desarrollaban. En una de esas carreras quedé segundo o tercero, por lo que me correspondía un trofeo. Cuál no sería mi sorpresa cuando al llamarme a recogerlo el speaker leyendo del dorsal donde yo había puesto mi nombre, Jaime Rojo del Castillo, llama a Jaume Vermell del Castell. O sea, ellos no pueden soportar que se les cambie el nombre, pero no dudan en cambiar nombre y apellidos sin encomendarse a nadie. Lo que les pasa a la mayoría de ellos es que les pesa más el odio a lo español que el amor a lo suyo.

Lois se introduce en la batallona cuestión de lo que significa ser no nacionalista en el País Vasco. Razona así:

Para ser español, o francés, o italiano, no hay que hacer ningún esfuerzo especial. Uno se limita a ser lo que es, por ejemplo albañil, y padre, y amante, y amigo de la cuadrilla, lo que sea. Y no tiene nada más que ser, ni que sentir, ni que hacer. Pero para ser vasco, resulta que uno tiene que ser sobre todo vasco, y amar... yo que sé, la chalaparta y el rabo de la boina, y muchas cosas nada sugestivas. Y además, odiar a los españoles y otra serie de engorros incomodísimos y bastante tontos, como convencerse de que su lengua no es su lengua. Sin embargo yo puedo ser español sin extasiarme con las castañuelas, ni odiar a nadie. Una diferencia.

También se puede mirar la cosa del revés. Por ejemplo la disposición a perder su nacionalidad por algo tal vez mejor. ¿Concibe un nacionalista vasco como posible algo mejor que ser vasco? No; no hay cuestión. ¿Y un no nacionalista español? Pues tal vez. Por ejemplo una nacionalidad europea donde cada cual hable y aprenda en el idioma que quiera, es una posibilidad que perfectamente puede contemplar como una mejora. Otra diferencia.

Eduardo Fungairiño ("el curioso pertinente" habría que llamarlo) me envía el dato de una pequeña agrupación política que existe en Cantabria. Se llama La Unión y propugna la anexión de Cantabria a la comunidad de Castilla y León. Don Eduardo considera que esa pretensión es muy justa por razones históricas y económicas. "Las regiones uniprovinciales son una verdadera ruina (excluyo a Navarra y a Madrid), pues gastan casi la mitad de sus presupuesto en personal y burocracia redundante". Estoy de acuerdo con don Eduardo. Por lo menos los casos de Cantabria y La Rioja deberían integrarse en la gran comunidad castellana, en la que, por otra parte, las provincias han sido siempre muy distintivas, pero tanto León como Cantabria o La Rioja. Puestos a trocear el mapa, creo que Zamora iría mejor con Portugal. Bueno, es una broma; no vaya a ser que me tenga que trasterrar en Texas.

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