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Michelle Malkin

Gloria Steinem y el bramido del dinosaurio

Las mujeres norteamericanas son las más libres, las más sanas y las mejor formadas del mundo. Están lo bastante liberadas como para no tener que elegir como presidente a una mujer por mera lealtad uterina.

¡Qué panorama más triste y decrépito el del gineocentrismo! Veamos, por ejemplo, a Gloria Steinem. De brillante icono feminista ha pasado a ser una bruja sin ideas, sin nada que ofrecer a las jóvenes excepto un anacrónico odio a los hombres, fanatismo antimilitarista y degradación auto-indulgente. ¿Cambio, esperanza? Mejor seguir con la misma queja de siempre. Algunas cosas mejoran con la edad. El movimiento feminista no es una de ellas.


En los oscuros y desesperados días de la campaña presidencial de la gineocandidata Hillary Clinton, su equipo sacó a Steinem del cubo de basura izquierdista para organizar una maratón de agravios en Austin, Texas. La activista de 73 años se despachó a gusto contra la popularidad de Barack Obama en el New York Observer, acusando a los votantes de "querer la redención de su racismo" y lamentando que "no tantos deseen la redención por el gineocidio”.

¿A qué se refiere con gineocidio? "Seis millones de vidas que se pierden en el mundo cada año simplemente por ser mujeres", afirmó Steinem, haciendo una referencia de pasada a las mujeres embarazadas asesinadas por sus parejas masculinas. Supongo que no incluye a las millones de niñas no natas abortadas en todo el mundo cada año a causa de su sexo, que no es exactamente lo que tienen en mente las que defienden el aborto puño en alto y sujetador en mano. Nada en el historial de Steinem indica que estuviera pensando en las cifras ocultas de niñas y mujeres asesinadas "por honor" en nombre de Alá a manos de parientes musulmanes.


Son los hombres occidentales a los que Steinem detesta. Ya sabe, los que ven el fútbol, los que las propagandistas de NOW (la organización feminista nacional) intentan culpar de un incremento mitológico en la violencia doméstica los domingos de la Super Bowl, y los que sirven en las fuerzas armadas norteamericanas como ese gran gineo-enemigo, John McCain. Según contaba el Observer, Steinem  lanzó un ataque a gran escala contra el heroísmo bélico de McCain invocando un doble rasero simplemente inexistente:

Suponga que John McCain hubiera sido Joan McCain y que Joan McCain hubiera sido capturada, abatida y hecha prisionera de guerra durante ocho años (sic). Los medios de comunicación se preguntarían que habría hecho y qué actos terribles habría cometido durante sus ocho años de cautiverio.

De hecho, en Carolina del Sur alguien repartió unos terribles folletos anónimos que atacaban los años de  cautiverio de McCain. Por su parte, las páginas web progres han destacado los agravios, las dudas y las teorías conspiratorias de algunos de los colegas prisioneros de guerra de McCain. Pero esto no tiene que ver sólo con el candidato republicano. "La tesis general de Steinem es que los medios de comunicación y el mundo político están demasiado deslumbrados por el militarismo en todas sus variantes", explicaba amablemente el Observer.


"Estoy muy agradecida de que [Clinton] no haya sido entrenada para matar a nadie. Y seguramente ni siquiera jugara a la guerra cuando era pequeña", vomitó Steinem, añadiendo más tarde que "desde George Washington a Jack Kennedy, pasando por el torpedo PT-109, nos hemos comportado como si matar personas fuera una requisito para gobernar."


Desde Vietnam a Irak, las feministas incoherentes siempre se han comportado como si servir en el ejército consistiera solamente en "matar personas", incluso cuando exigían que hubiera mujeres en primera línea de fuego en nombre de la igualdad entre sexos. Después va la izquierda progresista y difama a sus hermanas tras presionar durante décadas en favor de integrarlas en "la maquinaria de guerra". A ellos no les importan las brillantes carreras de las mujeres de las Fuerzas Armadas. Lo que les preocupa es chillar para que el Congreso decrete la financiación estatal de sus abortos y sus anticonceptivos favoritos, retratar a las mujeres en el ejército como víctimas, perseguir a los reclutadores militares y explotar acusaciones de humillación y maltratos para socavar las instituciones militares.

Las mujeres norteamericanas son las más libres, las más sanas y las mejor formadas del mundo. Están lo bastante liberadas como para no tener que elegir como presidente a una mujer por mera lealtad uterina. Esto debería verse como progreso, no como herejía. Pero las feministas de la vieja guardia –las que mandan– lamentan profundamente esta independencia y se aferran a lo que les queda de poder y a su menguante autoridad moral.

Al igual que su cada vez más ñoña candidata Clinton, Gloria Steinem y las extintas gineo-saurias simplemente son incapaces de aceptar que va siendo hora de dejarlo.

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