Menú
GEES

PSOE y PP ante el cambio de régimen

El PSOE de Rodríguez Zapatero busca una profunda transformación social, institucional y política. En verdad, una autentica revolución no violenta que ponga fin al antiguo régimen, no sólo al salido de la transición, sino al democrático-liberal.

Ni José Luís Rodríguez Zapatero es un político cualquiera, ni el PSOE un partido democrático cualquiera. Al contrario, puede que el dirigente y su aparato sean una fuerza que poco tiene que ver con la democracia liberal tal y como la hemos entendido hasta ahora. Ni comulgan con la separación de poderes, ni con el respeto a los derechos inalienables de la persona. Es decir, que en lo que a los pilares de la democracia liberal se refiere, poco o nada comprometidos están con la salvaguarda y defensa tanto del sustento democrático como del liberal.

El PSOE de Zapatero es una fuerza política para el cambio de régimen: en lo político, porque aspira a que la alternancia en el Gobierno sea una ficción y porque no le importa para ello destrozar la cultura de la convivencia y la tolerancia; en lo económico, porque no respeta las leyes básicas del libre mercado, con sus políticas continuas de injerencia personal y política en la economía; y en el de los derechos básicos, donde no reconoce más autoridad que la suya y la fuerza que le otorgan los votos, estando dispuesto a legislar sobre la vida, la muerte, la educación, la investigación científica y los valores consustanciales a la persona. Valores que, en la tradición verdaderamente liberal, son anteriores a cualquier planteamiento político e institucional.

Como dice la Constitución Española, en línea con las de nuestros vecinos, "se reconocen" todos estos derechos, esto es, que no son otorgados ni por el texto ni susceptibles de ser manipulados por los gobiernos, porque ya estaban ahí, son superiores a la política. Con su deseo de intervenir sobre ellos, el actual socialismo se coloca en el límite de lo constitucional.

El PSOE de Rodríguez Zapatero busca una profunda transformación social, institucional y política. En verdad, una autentica revolución no violenta que ponga fin al antiguo régimen, no sólo al salido de la transición, sino al democrático-liberal. De ahí su asalto al poder judicial, su guerra abierta contra la Iglesia, su ambición de dominar la educación. Por no hablar de su confrontación a muerte con el Partido Popular, a quien querría ver por completo impotente, cuando no eliminado.

Todo eso lo ha intentado en sus primeros cuatro años, con una minoría exigua de gobierno. Y si no lo ha logrado ha sido, en buena medida, por la resistencia de un sólido entramado liberal-conservador español, factor novedoso por lo que de propio tiene respecto al PP. Esa fue su interpretación peculiar de gobernar con "talante".

Ahora, con mayor libertad política se atreve a decir que gobernará "con humildad", en una copia vulgar de la frase de su odiado George W. Bush en su primera campaña electoral allá por el 2000. No hay quien le crea. ¿O sí? Ya hay voces entre los populares que abogan por acuerdos y un entendimiento en las grandes materias de estado con el Gobierno de Zapatero. Vana tarea, cuando no suicida. Las elecciones del pasado 9 han puesto de relieve que hay dos visiones absolutamente encontradas sobre lo que es España y lo que debe ser. Zapatero busca una nueva España, irreconocible desde los planteamientos consustanciales a nuestra historia y convivencia.

Aún peor, el PSOE de Zapatero exige repensar la realidad política de una forma nueva. El PP no se enfrenta a un partido tradicional que respeta las reglas del juego. El juego se lo han cambiado y se lo seguirán cambiando en tanto en cuanto lo necesite ese proyecto de vaciar de contenido a las instituciones democráticas y despojar de derechos a los españoles.

La legislatura que ahora se abre no puede ser, desde el punto de vista de la derecha, de business as usual, porque de obrar como siempre, el PSOE pasará a ser el PRISOE, instalado por décadas en el poder y con un proyecto que pondrá fin al experimento liberal surgido tras la muerte de Franco. No existe democracia postmoderna como quiere hacernos creer Zapatero. No es el momento de discutir sobre marianismo, postaznarismos, esperanzismos, campsismos o gallardonismos. Tampoco es el de centrismos, pactismos y consensuismos. Es simplemente la hora de la verdad de la derecha española. Que es tanto como decir la hora de la verdad de la democracia en España.

En España

    0
    comentarios