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Juan Morote

Quo vadis, Mariano?

Rajoy debe decir cuanto antes quiénes conforman "su propio equipo" y ponerlo a trabajar, de modo que los militantes puedan valorar, al menos en la medida en que un congreso lo permita, cuál es su nueva forma de entender la oposición.

En la anécdota que da inicio a la novela de Henryk Sienkiewicz, no sabemos qué personaje encarnaría Mariano Rajoy en la andadura que tiene ante sí en los próximos seis meses, si Jesús yendo a Roma para su segunda crucifixión, o Pedro huyendo para ponerse a salvo de la persecución de Nerón.

También sigo sin saber para qué convocó un congreso Mariano Rajoy, y sigo sin saber a qué se refería cuando apuntó que en el próximo congreso concurriría con "su propio equipo". Intuyo en esta afirmación una concepción excesivamente personalista de un partido tan grande. No entiendo la convocatoria de un congreso en el que, de entrada, no se va a plantear ningún debate ideológico. Parece que su todavía oculto equipo piensa que no hay diferencia entre distintas formas de entender la libertad o que no hay varios modelos económicos posibles. ¿Acaso es homogénea la forma de entender cómo debe ser España? ¿Cuáles son el modelo y el margen de descentralización? ¿No hace falta un debate sobre el régimen electoral general?

Hay demasiadas cuestiones pendientes para perder la ocasión de elucidarlas. El congreso debería sentar las bases de lo que el Partido Popular planteará a sus votantes durante los próximos años. El último congreso popular que la gente recuerda fue el de Sevilla del año 1989 porque, al margen de la refundación formal, allí sí hubo un reposicionamiento ideológico.

Sobre lo de concurrir "con su propio equipo", lo encuentro no menos decepcionante y más bien paradójico. Media España esperaba que a partir de la constitución de las Cortes, para el debate de investidura, Rajoy tuviera ya un gran equipo. Incluso esa misma mitad de españoles creía que llevaba cuatro años haciendo oposición con un gran equipo. El mismo equipo que le ha permitido ganar cuatrocientos mil votos. Pero ahora parece que sus votantes erraban en esa valoración, pues no era "su propio equipo". El Partido Popular lo componen más de setecientos mil militantes, miles de dirigentes locales y regionales y, lo más importante, más de diez millones de electores. Todos ellos esperan que Mariano Rajoy tome el mando de la nave popular y haga una oposición firme y contundente desde el primer día. No ha lugar a cien días de expectación que, como en los toros, ya fueron cien días de decepción.

Esperemos que Mariano Rajoy decida dónde va y con quién, pero que lo haga ya. Aunque mucha gente no lo vea así, un partido político es como un gran club deportivo. Jugadores y aficionados son el parangón de dirigentes y electores, quedando condicionada la posición de los últimos a la composición y actuación de los primeros. Todos sabemos que los nombres determinarán el posicionamiento ideológico del partido, a falta de reflexiones de mayor calado. Por lo tanto, debe decir cuanto antes quiénes conforman "su propio equipo" y ponerlo a trabajar, de modo que los militantes puedan valorar, al menos en la medida en que un congreso lo permita, cuál es su nueva forma de entender la oposición.

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