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Ignacio Villa

¡Que alguien diga algo!

Hay más de diez millones de votantes que esperan algún gesto, algún mensaje de que el Partido Popular está dispuesto a dar la batalla en esta legislatura. Pero sólo se han encontrado con un silencio que fácilmente puede ser confundido con desidia.

La vuelta de las vacaciones de Semana Santa ha dejado en la calle Génova una absoluta sensación de desconcierto. Mientras en la calle Ferraz todo es movimiento, acción y nombramientos, en la sede nacional del PP la extrema quietud mueve a la preocupación. Los socialistas, por muchos errores y defectos que hayan arrastrado de una legislatura demoledora, al menos han arrancado ofreciendo una imagen de maquinaria bien engrasada. No tardaremos mucho tiempo en comprobar que es un máquina de cartón-piedra, pero por el momento hay que reconocer que el decorado lo han montado de la mejor manera posible.

Mientras tanto, en la sede del Partido Popular se puede oír hasta el vuelo de una mosca. Nadie mueve un músculo, nadie ofrece una propuesta, nadie abre la boca. Esta suerte de silencio institucional a la espera de acontecimientos es en política ciertamente perjudicial para los propios intereses. Han pasado ya dos semanas de las elecciones generales, se supone que la derrota ya ha sido digerida, se sabe públicamente que Mariano Rajoy continúa al frente del PP y se entiende que es el momento de la renovación y la formación de nuevos equipos. Es verdad que los populares están guardando una férrea disciplina interna, algo muy importante en tiempos de crisis, pero eso no es suficiente.

Se hace imprescindible que el Partido Popular se ponga en marcha y lo haga con fuerza, vigor y convicción. Necesitan equipos fuertes, no compuestos por amiguetes; equipos en los que estén representadas las comunidades autónomas en las que el PP ha obtenido muy buenos resultados. La idea de traer "nuevas caras" está muy bien, pero lo imprescindible es que se trate de personas que sepan lo que es ganar elecciones municipales y autonómicas, políticos que se hayan fogueado sin pisar moqueta ni coche oficial. Personas correosas, dispuestas a arriesgar, con ganas de ser perros de presa. Decir "caras nuevas" es decir muy poco. Lo importante es lo que haya o pueda haber detrás de esos rostros.

En todo caso lo que no es de recibo es que este lunes, cuando las maquinarias políticas se han puesto en marcha, no se haya dicho nada desde el Partido Popular. Sólo hemos sabido que el próximo lunes 31 de marzo se ha convocado la Junta Directiva Nacional para escoger los portavoces parlamentarios. Del PP nadie sabe nada más y la cita señalada parece muy lejana con lo intento y trepidante que es el calendario político. Pero, sobre todo, es momento para que alguien diga algo. Hay más de diez millones de votantes que esperan algún gesto, algún mensaje de que el Partido Popular está dispuesto a dar la batalla en esta legislatura. Pero sólo se han encontrado con un silencio que fácilmente puede ser confundido con desidia. Muy alarmante.

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