El análisis de Rajoy sobre los resultados electorales tiene la principal virtud de haber llegado por fin y la secundaria de contener un aviso a navegantes. El tenor del aviso no sorprende, pues abunda en un principio consagrado por Aznar: que cada palo aguante su vela. Es decir, quien mejora resultados es que ha trabajado y lo hace bien; quien no los mejora, ha trabajado poco y lo hace mal.
Todo muy lógico, salvo que las premisas implícitas fallan en Cataluña. Y es justamente en Cataluña donde el PSOE ha ganado las elecciones. Esta última afirmación se justifica de varias maneras: el número de diputados obtenidos por el PSC sólo en Barcelona es el mismo que separa a socialistas y populares en el Congreso; el PSC ha obtenido diecisiete diputados más que el PPC; el propio Rajoy ha reconocido que este resultado ha sido "lo más llamativo" del triunfo socialista, y lo ha calificado de "brillante"; todo ello sucede a pesar de que el PPC ha subido de seis a ocho escaños; el origen de tanta brillantez socialista es una campaña de años centrada en el ataque sistemático al PP, presentado como enemigo de Cataluña, como terrible peligro y, a veces, como una banda de asesinos. Por todas estas razones afirmo que el PSOE ha ganado las generales en Cataluña.
Lo que haga a partir de ahora el PP en esta comunidad será decisivo, porque puede invertir una tendencia que garantiza tremendas ventajas al PSOE... o porque puede consolidarla haciendo irrelevante cualquier buen resultado que el PP alcance en el conjunto de España, como es el caso actual: se ha perdido con el apoyo de más del 40% del censo español.
Por eso sería más que un error, sería el más grave error posible que Rajoy no tuviera presentes algunas especiales circunstancias del PPC a la hora de tomar decisiones. Son las principales: que durante siete octavas parte de la anterior legislatura se siguió la estrategia Piqué, de perfil bajo y mimetismo (no hay que añadir "con el ambiente" porque sería redundante); que si el partido no se quedó sin pulso, y si mantuvo alguna coherencia con el discurso nacional fue gracias a la labor de Daniel Sirera, al frente de la comunicación, y de Alberto Fernández, al frente del grupo municipal en Barcelona; que en el grupo popular en el Parlament sobreviven varios diputados de la era Piqué empeñados en obstaculizar la labor del nuevo presidente y en poner públicamente en solfa a su partido. Que cada palo aguante su vela, sí, sólo que el palo principal ya no lo van a encontrar.