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Daniel Rodríguez Herrera

Fitna y las puertas al campo

Es la censura del miedo. Theo Van Gogh se burló de los judíos y no sufrió más que críticas. Hizo lo propio con los musulmanes y lo mataron. Se puede criticar todo y a todos porque no se van a vengar cortando el cuello del ofensor.

No cabe duda de que el tema de la semana en este pequeño gran mundo que es la red de redes ha sido el estreno del cortometraje Fitna y los problemas que ha tenido para su difusión en internet. Primero fue Network Solutions quien decidió cerrar la página donde el diputado del Partido Liberal holandés Geert Wilders pretendía colgar la película antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo. La razón es que la empresa está "investigando" si la web de Wilders viola sus normas de uso a raíz de "unas quejas" misteriosas cuya naturaleza y procedencia no han aclarado.

Resulta cuando menos sorprendente que cierren el sitio antes de que pueda haber en él contenido cuestionable de ningún tipo. Pero están en su derecho: cuando contratas a Network Solutions como proveedor aceptas que puedan hacerte esto. Una buena razón para que nadie vuelva a hacerlo nunca más, y traslade sus dominios y sitios web a otra empresa si puede.

Poco después, Geert Wilders publicó su polémico documental en Liveleak, una compañía que se postula como el YouTube sin censura para vídeos con contenido informativo. Tanto es así que incorpora desde 2006 los contenidos de Ogrish.com, aquel sitio que se hizo famoso en España cuando se impidió acceder a él desde nuestro país por tener fotos de las víctimas del 11-M. Pues bien, pese a que la política del sitio expresamente indica que tienen en alta estima su "imparcialidad", acabó retirando el vídeo por miedo a represalias contra su personal, que había recibido amenazas.

Poco importaría el contenido del cortometraje de Wilders si no fuera porque es precisamente por él por lo que se enfrenta a la censura. Como denuncia Edurne Uriarte, ni la ONU ni el Consejo de Europa ni varios gobiernos occidentales se preocuparon absolutamente nada por Farenheit 9/11, clara incitación al odio contra Bush y los republicanos, o por Comandante, apología evidente de una tiranía. Tampoco es que debieran hacerlo, claro. Sin embargo, ahora todo son condenas y críticas a Geert Wilders por atreverse a expresar su opinión sobre el Corán. Como en su día denunciaron a Oriana Fallaci y la llamaron de todo por escribir lo que escribía. Ambos han hecho su panfleto, su grito a Occidente para que reaccione y se defienda.

Es la censura del miedo. Theo Van Gogh se burló de los judíos y no sufrió más que críticas. Hizo lo propio con los musulmanes y lo mataron. Se puede criticar todo y a todos porque no se van a vengar cortando el cuello del ofensor. Menos al islam, claro, porque entonces puede que sí lo hagan. Son los políticos tan cortos de miras que no entienden que es precisamente eso lo que envalentona a los islamistas: saber que pueden gritar tranquilamente que hay que matar a judíos y cristianos, hacerlo y que las críticas se las lleve un diputado holandés que hace una película. O quizá lo entiendan perfectamente y por eso actúan como lo hacen.

Lo bueno es que en internet es cada vez más difícil ponerle puertas al campo. Aquello que retiró Liveleak ahora puede verse en Google Video, DailyMotion (subtitulado en español) y otros muchos sitios. Incluso, y no deja de ser una ironía, en YouTube. La campaña ha hecho que el vídeo sea visto por mucha más gente, que podrá criticarlo y ponerlo verde cuanto quiera.  Otra de tantas razones por las que internet es algo maravilloso.

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