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Joan Valls

Pesca milagrosa

Como la derecha ha renunciado voluntariamente a la calle, al ágora, sólo le queda buscar alternativas para volver a hacerse visible o bien convertirse en una simple comparsa del Turno Pacífico, en su versión 2.0.

El tiempo que le quede a Mariano sigue siendo de oro. Mientras los medios progubernamentales muestran entusiasmo por las nuevas designaciones del todavía líder popular, los inexistentes laboratorios de ideas de Génova deberían empezar a diseñar una estrategia para afrontar el desafío de la nueva frontera demoscópica de 2012: la incorporación al censo electoral de cientos de miles de inmigrantes y el atentado de turno a pocas horas de la jornada de reflexión.

Tanto PSOE como PP han mejorado sus resultados en las últimas generales. Los primeros, en un ejercicio de canibalismo frentepopulista; los de Rajoy, a causa del voto útil frente a la magnitud del desastre zapateril. Como ambos partidos han ocupado casi todo el espacio que quedaba, cualquier cálculo electoral para 2012 deberá contar con una nueva combinación: por un lado, la sangre que correrá en vísperas de la jornada electoral y que asegurará a los socialistas un mínimo de un millón de votos desmovilizados hasta ese fatídico momento. Por otro, la posibilidad de que el Ejecutivo active mecanismos para que cientos de miles de inmigrantes puedan votar, y lo hagan, por supuesto, por una "opción integradora y de progreso". El PP tenía la obligación de prepararse para ello justo tras confirmarse la derrota electoral, pues el filón socialista en Cataluña y Andalucía ha alcanzado ya su máxima expresión. Porque ahora, de lo que se trata, es de las nuevas fronteras electorales; una combinación de terrorismo demoscópico y de recompensa emotiva de los nuevos españoles al socialismo por el efecto llamada a cobro revertido de Rodríguez y Caldera.

La gran ventaja del frentepopulismo es que labra con mimo los campos simbólicos. Mientras el liberal-conservadurismo español se centra en la praxis y en un discurso algo anquilosado, el socialismo es reivindicativo, domina la propaganda, genera estrategias a medio plazo y dibuja espacios utópicos e inviables, aunque de gran calado en el imaginario de una ciudadanía mediocre y acomplejada. Como la derecha ha renunciado voluntariamente a la calle, al ágora, sólo le queda buscar alternativas para volver a hacerse visible o bien convertirse en una simple comparsa del Turno Pacífico, en su versión 2.0.

Quizá Foucault se refería a estas alternativas cuando hablaba de heterotopía, entendida como "una red de relaciones que delinean lugares que son irreducibles unos a otros y absolutamente imposibles de superponer". Internet podría considerarse como uno de estos no lugares, en los que Rajoy y sus fieles puedan incubar parte de los anticuerpos contra el cóctel explosivo de 2012. Génova debe mentalizarse de la necesidad de un cambio radical en su relación con las bases y simpatizantes. Su gran oportunidad es la red, que ya comienza a despegar y en la que la presencia liberal es predominante. Pero si Mariano Rajoy sigue empeñándose en ignorar a su heterotopía natural, correrá el riesgo de que parte de su electorado se canse de quien ya se empieza a ver como un chikilicuatrero de las ilusiones. Y, de ahí, directamente a Rosa Díez o al exilio interior.

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