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EDITORIAL

Librar la batalla de las ideas

Aguirre ha hecho un fantástico llamamiento final al PP para que no se resigne y plante cara a sus adversarios, sin más complejos que el de creerse superior a ellos, condición básica –por cierto- para hacerlo creer a los demás

Aunque los medios de comunicación prestarán hoy más atención a la negativa "a día de hoy" de Esperanza Aguirre a postularse como alternativa a Mariano Rajoy en el próximo congreso del PP, nosotros queremos centrarnos en el espléndido discurso que ha pronunciado la presidenta de la Comunidad de Madrid en el nuevo Foro del nuevo ABC, y que bien vale como muestra de lo que debería ser el guión de una oposición segura de sí misma y de sus ideas para ser una alternativa al Gobierno de Zapatero.

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha sido muy clara desde el principio al señalar que de lo que pretendía hablar no era de otra cosa que "de principios, de ideología, de principios y de futuro". Y lo ha hecho reivindicando las ideas de España y Libertad como eje de un discurso político dispuesto a dar y ganar la batalla de las ideas al intervencionismo estatista, a la deriva nacionalista o a las meras manipulaciones propagandísticas de los socialistas.

Antes de profundizar en dichas cuestiones, Aguirre ha querido analizar los resultados de las últimas elecciones, en las que, sin dejar de reconocer el avance del PP, ha calificado de "insuficiente" el corrimiento hacia el PP de votantes "moderados y antinacionalistas" del PSOE. Aguirre ha atribuido esa insuficiencia a las "trampas" que le ponían al PP sus adversarios para hacerle pasar como un partido "antipático y anticuado", al que le cuesta mucho trabajo ganar terreno entre sus contrincantes. La presidenta madrileña ha puesto de ejemplo, precisamente, dos de los asuntos ante los que más muestras de temor y falta de convicción han mostrado no pocos dirigentes del PP, como han sido los debates en torno al "matrimonio" homosexual y a la Ley de Memoria Histórica.

Aunque Aguirre no haya entrado a defender por qué considera un "error" llamar "matrimonio" a una pareja homosexual, por lo menos ha dejado en evidencia lo injusto de presentar al PP como un partido enemigo de los homosexuales, cuando este partido, a diferencia del PSOE y sus compañeros de viaje, no tienen ninguna tacha de homofobia en su historia.

Aguirre también se ha puesto a la ofensiva para desenmascarar la desfachatez del PSOE al pretender presentar al PP como un heredero del franquismo, cuando este partido, también a diferencia del PSOE y de sus compañeros de viaje, es el único que no tiene ningún pasado autoritario, totalitario o guerracivilista. No obstante, Aguirre ha considerado que la postura del PP de "mirar hacia el futuro" y su "negativa a entrar a fondo en el debate ideológico" ha contribuido a que el PSOE y otros partidos se hayan hecho pasar como "paladines de una libertad y de una democracia en las que en 1936 no creían y que ayudaron a destrozar". Ciertamente, mal futuro lograremos si en el presente dejamos que se manipule el pasado.

Sin plantear equívocas incompatibilidades entre la fidelidad a unos principios y la búsqueda del apoyo mayoritario de los españoles, y dejando de manifiesto que, en las actuales circunstancias, la crítica del socialismo es indisociable de la crítica al nacionalismo, Aguirre ha hecho un fantástico llamamiento final al PP para que no se resigne y plante cara a sus adversarios, sin más complejos que el de creerse superior a ellos, condición básica –por cierto– para hacérselo creer a los demás.

No cabe duda de que si Rajoy hubiera sido tan claro en estas últimas semanas como lo acaba de ser Aguirre no permanecería la duda sobre qué va a hacer el PP en la votación de la investidura de Zapatero. A una derecha liberal con confianza en sí misma y que defienda sus ideas frente a las falacias de la progresía jamás se le pasaría por la cabeza abstenerse en una votación en la que se dilucida si vuelve a la Moncloa el político que en los últimos años más daño ha hecho a España y a la libertad.

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