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Ignacio Villa

Más de lo mismo

En este comienzo de la segunda legislatura de Zapatero, la oposición no puede sonar exactamente igual que en la anterior. Rajoy parecía un viejo disco que ya hemos escuchado demasiadas veces y suena a cosa antigua.

Ha sido más de lo mismo. Así se puede resumir el debate entre Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Las palabras de uno y de otro podríamos haberlas escuchado perfectamente hace cuatro años, o tres, o dos, o uno. Ha sido lo de siempre, pero ahora nos deja un sabor de boca más amargo, provocado por la conciencia de que nos espera otra legislatura idéntica a la anterior.

Por un lado Rodriguez Zapatero, cada vez más engreído, se ha mostrado nada dispuesto a rectificar. Insiste en convencernos de la existencia de un mundo feliz construido mediante la imaginación, propio de quien vive fuera de la realidad. El candidato a ser investido presidente no concreta, ni ofrece datos, ni aporta novedades, ni propone soluciones, ni piensa en la gestión ni avanza en sus planteamientos. En el debate de investidura hemos visto a un Zapatero en estado puro. El único cambio es que el presidente en funciones está cada vez más crecido, despectivo y soberbio. Algo que, añadido al sectarismo y radicalismo del que ha hecho gala estos últimos cuatro años, no indica nada bueno para nuestro futuro.

Por su parte, Mariano Rajoy ha tenido una tarde parlamentaria correcta. Ha ido de menos a más y ha podido, seguramente, convencer a los suyos, pero eso ya no es suficiente. El presidente del PP ha hecho unas buenas réplicas, ha desmontado los argumentos socialistas y se ha mostrado claro en muchas de sus afirmaciones. Pero eso ya lo conocemos y se lo hemos aplaudido y reconocido en otros muchos debates parlamentarios. En este comienzo de la segunda legislatura de Zapatero, la oposición no puede sonar exactamente igual que en la anterior. Rajoy parecía un viejo disco que ya hemos escuchado demasiadas veces y suena a cosa antigua. Es más, tanta repetición de lo mismo nos lleva inexorablemente a un discurso aparente en las formas, pero que comienza a ser ambiguo en el fondo.

En este contexto, la propuesta del presidente del Gobierno de convocar pactos de Estado sobre los grandes asuntos pero sin ofrecer detalles concretos es una gran trampa. Cualquier acuerdo que se quiera llamar "de Estado" ha de ser firmados por socialistas y populares, que son quienes pueden acceder al Gobierno, con todos los que se quieran sumar, pero respetando siempre la Constitución y la propia Nación española. Y eso, con el panorama parlamentario que tenemos ante nosotros, es metafísicamente imposible. Mariano Rajoy tendrá ahora que reaccionar a esos pactos que se le propongan, pero Zapatero procurará llegar a acuerdos con los nacionalistas antes que con el PP, empleándolos para mejorar sus posibilidades de sobrevivir en el Gobierno. En este debate no se ha aclarado nada ni se han visto novedades; sólo trampas. Queda por ver si la legislatura se desarrolla como augura esta investidura.

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