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Es hora de resistir

En el régimen que tiene en mente no caben ni liberales, ni conservadores, ni libertarios ni neoconservadores. No será una legislatura normal, porque el inquilino de La Moncloa no tiene un proyecto normal. No democráticamente normal.

El régimen democrático-constitucional y la sociedad abierta parten de un principio básico; el Estado se pone al servicio de los ciudadanos, trata de cubrir las necesidades y las exigencias de una sociedad de la que depende y a la que sirve. Es condición necesaria que el Estado sepa que tiene límites, que no todo le está permitido, y que la sociedad siempre irá más allá de los deseos o intereses de los gobernantes. Cuando éstos se saltan esos límites, cuando dejan de respetar a la sociedad de la que dependen y le pierden el respeto, salimos de los límites democráticos para desembocar en otra cosa; un régimen despótico.

En el caso de Rodríguez Zapatero es justamente al revés. Al principio pudo pasar desapercibido; nadie en la derecha atendió demasiado a lo que se creía un "presidente por accidente". Durante la pasada legislatura, pudimos aprender a golpe de experiencia. Hoy no puede caber duda de que tiene un proyecto real para cambiar la sociedad española en todos sus aspectos (ideológico, cultural, moral, educativo).

El discurso de investidura y las respuestas a los distintos grupos muestran hasta qué punto en esta legislatura va a profundizar en este proyecto. Más allá de llamadas a la unidad, al consenso y al diálogo, un hecho es fundamental. Y es que de sus palabras se desprendieron propuestas democráticamente intolerables: desde convertir la justicia en un instrumento de la mayoría parlamentaria a su intención de legislar qué contenidos audiovisuales se ajustan a "valores constitucionales" desde su declarada intención de cambiar la mentalidad de los españoles respecto a lo que el considera derechos a su pretensión de excluir a todos aquellos que se le opongan.

Sería un error histórico quedarse en el aspecto formal de su discurso o en los detalles más curiosos o calamitosos de su propuesta. Nadie en la derecha debería perder de vista que estamos asistiendo a un cambio de régimen en el que Zapatero se encuentra más cómodo con aquellos grupos que aspiran a superar la Constitución de 1978, y que jamás han creído en el régimen constitucional-pluralista. Si todo va como él y los suyos tienen previsto, el régimen político español dentro de diez años no tendrá nada que ver con el que conocemos en España y en los países de nuestro entorno.

Es hora de resistirse, de no resignarse y de entender qué es lo fundamental de lo que está en juego. Del discurso de ayer y de las intervenciones posteriores de Zapatero se desprende un hecho preocupante: En el régimen que tiene en mente no caben ni liberales, ni conservadores, ni libertarios ni neoconservadores. No será una legislatura normal, porque el inquilino de La Moncloa no tiene un proyecto normal. No democráticamente normal.

Desde un punto de vista histórico, entretenerse en querellas ideológicas internas parece una irresponsabilidad que puede costar caro a toda la derecha, sin excepción. Es hora de no resignarse, de resistir y de plantar cara en una legislatura que va a traer consigo un vendaval liberticida del que no se va a librar nadie, ni siquiera quienes creen que leer y creerse lo que les dice El País es un salvoconducto para lo que se nos viene encima. En estos cuatro años toca resistir y pensar en la ofensiva política e intelectual. Que por otra forma es la mejor forma de defenderse.

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