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Emilio J. González

La que se nos viene encima

Para mí que el problema real es que a Zapatero la economía le importa un pimiento. Esto es algo que vengo pensando desde hace cuatro años.

Se avecinan tiempos más que difíciles para la economía española. No me refiero exclusivamente a la fuerte caída que está experimentando el crecimiento económico, que recoge las previsiones del Fondo Monetario Internacional para este año y el próximo, en línea con las realizadas por instituciones privadas como el servicio de estudios del BBVA. No, me refiero también a la actitud del Gobierno ante la que está cayendo y, lo que es peor, a la que nos aguarda para los próximos meses, que esperemos que no sean años.

El FMI habla de un crecimiento económico este año del 1,8 por ciento, lo que implica perder casi dos puntos respecto a 2007, lo que es mucho perder. Por supuesto, en todo esto tiene bastante que ver la crisis crediticia internacional. Pero, lo que es peor, en el caso español interviene un segundo elemento que lo hace particular respecto a los demás países de la Unión Europea. Se trata de la crisis del sector inmobiliario, con lo que la situación que se nos está preparando es similar a la de Estados Unidos, que va de cabeza a la recesión, pero con dos diferencias importantes. La primera de ellas es que la economía norteamericana es mucho más flexible que la española, lo que provoca que las caídas sean más rápidas, pero también las recuperaciones. La segunda es que allí, dada la naturaleza de la crisis, las autoridades llevan un año tomando medidas, que ya empiezan a surtir efecto, gracias a lo cual superarán los problemas antes y mejor que nosotros.

En España, en cambio, estamos instalados en un discurso oficial que niega la mayor y así nos va a ir. Para Zapatero, aquí no hay crisis, sino desaceleración, y vamos a seguir mejor que en la Unión Europea, algo difícil de creer cuando nuestro diferencial de crecimiento este año se va a reducir desde un punto a cuatro décimas y el año próximo será negativo, es decir, creceremos menos. Además, según Zapatero, todo es consecuencia de la situación internacional, lo que lleva a que no se tomen medidas, o no se adopten las adecuadas.

Para mí que el problema real es que a Zapatero la economía le importa un pimiento. Esto es algo que vengo pensando desde hace cuatro años, cuando se hizo cargo por primera vez del poder. Entonces renunció a hacer política económica, esto es, a cambiar el modelo basado en el consumo y la construcción, lo que hubiera evitado lo que ahora se nos viene encima, y a poner en marcha reformas estructurales que se hubieran reflejado actualmente en menos problemas con la inflación. Yo pensaba que se debía a que no quería tomar medidas impopulares y vivir de las rentas que le dejaron los gobiernos del PP. Pero creo que, en el fondo, a Zapatero lo único que le importa es resolver a su manera lo que él entiende como los grandes problemas de España y por eso se centra en la cuestión de ETA y en la estructura del Estado, enfocando estas situaciones de forma errónea, y en la memoria histórica, con una visión sesgada y parcial de la misma en una política que no venía a cuento. Él quiere pasar a la historia por haber resuelto estos asuntos y, por tanto, se despreocupa por completo de la economía, que es la base del empleo y el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

Zapatero dio muestras muy claras de ello en su discurso de investidura, donde las referencias a la situación económica fueron absurdas, tanto en su análisis negando la gravedad de la situación como en sus propuestas. Nunca entró de lleno en los problemas, lo que supone una gran oportunidad perdida de liderazgo para superar la crisis generando expectativas favorables acerca de la política económica. Y no cabe pensar que Solbes pueda cambiar mucho las cosas porque ni los compromisos del presidente van por esa línea ni éste parece dispuesto a prestar el liderazgo necesario para hacer lo que hay que hacer porque, en el fondo, la economía para él es algo secundario, en cierto modo una molestia para sus deseos.

En consecuencia, la que se nos viene encima es gorda. Ni hemos tomado a tiempo las medidas necesarias, ni parece que se vaya a hacer ahora, ni lo que propone Zapatero es lo que hay que hacer. Por tanto, podemos prepararnos para asistir mes tras mes al deterioro del crecimiento, la inversión, el empleo y la situación presupuestaria, con el riesgo de que, a falta de una estrategia económica clara, seria y definida de antemano, la respuesta del Gobierno a lo que está por venir sea la improvisación, las ocurrencias de Zapatero que, si todas son del mismo tenor de las que hemos visto en los últimos cuatro años, van a complicar más las cosas de lo que ya están. Así es que, ya podemos prepararnos porque aquí puede caer algo más que chuzos de punta.

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