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Thomas Sowell

Ironía en Wall Street

Que uno sea funcionario del Estado sin conflictos de intereses no significa que sepa lo que hace, algo que suele quedar al margen de la ecuación en un montón de proyectos de nuevos programas estatales.

La reciente decisión de la Reserva Federal de proporcionar a la firma JP Morgan Chase el dinero necesario para comprar Bear Stearns antes de que quebrase tuvo mucho de irónica. El objetivo era intentar evitar un efecto dominó de pánico en los mercados financieros que pudiera conducir a un desplome de la economía. La ironía es que fue hace casi exactamente 100 años (1907, para ser exactos) cuando el J.P. Morgan original organizó el rescate de otra institución financiera en problemas persiguiendo el mismo fin, evitar el pánico que pudiera conducir al derrumbamiento de la economía entera.

La diferencia es que entonces J.P. Morgan y sus colegas banqueros utilizaron su propio dinero, mientras que el Sistema de la Reserva Federal usó su poder para crear dinero. Lo que esto significa es que el valor de su dinero y el mío (todos los billetes emitidos por la Fed) se devalúa tanto más cuanta más moneda se acuñe para subsidiar la compra de Bear Stearns por parte de JP Morgan Chase.

Lo de ahora no ha sido un auténtico rescate porque los accionistas de Bear Stearns han perdido hasta la camisa. Sin embargo, el JP Morgan Chase ha recibido dinero del Estado para cerrar el acuerdo. En otras palabras, todos nosotros hemos pagado para sacar de la bancarrota a Bear Stearns, seamos o no conscientes de ello. Que esto haya sido mejor que la alternativa es una cuestión diferente cuya respuesta tal vez no sepamos nunca. Pero la gran diferencia entre este rescate para estabilizar los mercados financieros y el de hace 101 años es que el actual ha provocado la exigencia de que se produzcan otros a los propietarios que no pueden pagar su hipoteca.

Allá por 1907, nadie podía exigir que al J.P. Morgan original que sacase de apuros con su propio dinero a más personas o empresas que las que él quisiera. Pero cualquier cosa que haga el Estado sienta un precedente y hace que surjan más grupos de presión exijan recibir el mismo trato. Esta situación contiene otra ironía. En 1907 no había ningún Sistema de la Reserva Federal. Éste es el motivo de que tanto los banqueros de Wall Street como J.P. Morgan tuvieran que cargar con el mochuelo con su propio dinero. De alguna manera eso no sentó bien a los progresistas de aquellos tiempos, quienes al igual que los de hoy, parecían pensar que siempre que el Estado pueda entrar en escena y arreglarlo todo, las cosas no se debían dejar al mercado. Estas ideas condujeron, en 1914, a la creación del Sistema de la Reserva Federal.

Al contrario que otros países, Estados Unidos había sobrevivido durante generaciones sin un banco central estatal. Pero el presidente Woodrow Wilson pensó que el sistema monetario del país era demasiado importante como para dejar que los banqueros privados jugasen un papel tan relevante como el desempeñado por J.P. Morgan en 1907. Al describir el Sistema de la Reserva Federal creado durante su administración, Woodrow Wilson dijo: "Proporcionuna divisa que se expande cuando se necesita y se contrae cuando no". El poder de expandir y contraer la divisa en circulación "se pone en manos de una junta pública de funcionarios del propio Estado y sin interés personal".

Su tarea consistía entonces en evitar el pánico financiero, las quiebras bancarias y una contracción catastrófica de la demanda. Sonaba maravilloso, y que algo suene así de bien cuenta mucho en política. Sin embargo, la realidad fue que el mayor episodio de pánico financiero de la historia norteamericana tuvo lugar existiendo ya la Fed en 1929, suceso al que siguieron miles de quiebras bancarias y una contracción sin precedentes de la masa monetaria en un tercio durante la Gran Depresión de los años 30.

No hay duda de que las personas que dirigen hoy la Reserva Federal conocen mucho mejor la economía que las que la dirigían allá por los días de la Gran Depresión. De hecho, el estudiante medio que acabe de aprobar el primer año de económicas probablemente posee más conocimientos que quienes dirigieron la Fed durante la Gran Depresión. Que uno sea funcionario del Estado sin conflictos de intereses no significa que sepa lo que hace, algo que suele quedar al margen de la ecuación en un montón de proyectos de nuevos programas estatales.

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