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EDITORIAL

Pocos cambios para que todo siga a peor

A diferencia del "hay que cambiar todo para que todo siga igual" del Príncipe de Lampedusa, lo cierto es que Zapatero, con sus nombramientos, ni siquiera se ha molestado en disimular; señal de que si todo no sigue igual es porque va a ir a peor.

Los nuevos nombramientos que la vicepresidenta Fernández de la Vega ha dado a conocer este lunes tras la celebración del primer Consejo de Ministros de la legislatura no vienen sino a ratificar la radicalización continuista con rasgos disparatados que ha dejado de manifiesto Zapatero con la formación de su nada nuevo Ejecutivo. Tal es el caso de la propuesta de que Cándido Conde Pumpido continúe como Fiscal General del Estado, propuesta que deja en evidencia el sectarismo de Zapatero y su nula voluntad de acuerdos con el PP tanto como la continuidad de Bermejo como ministro de Justicia.

Ciertamente ¿qué voluntad de consenso, que no radique en un trágala, cabe esperar de quien como Fernández Bermejo ya llevaba a gala su inquina anti-PP hasta en los tiempos en que ejercía como fiscal? ¿Qué voluntad de rectificación cabe esperar de quien mantiene en el cargo al peor y más servil Fiscal General del Estado? ¿Qué independencia cabe esperar de un Fiscal que, por supeditarse a los intereses del Gobierno, llegó a pedir que el ordenamiento jurídico no fuera un "obstáculo" para el acuerdo con ETA, en un descarado llamamiento a jueces y fiscales para que "ensuciaran sus togas con el polvo del camino"? ¿Qué "clima" antiterrorista –al que por lo visto le basta ahora a Rajoy– cabe esperar con un ministro de Justicia y un Fiscal General del Estado que en su día calificaron la Ley de Partidos como un "error" y un "Guantánamo electoral", respectivamente? Eso, sin olvidar que al frente de Interior sigue el maestro del engaño y de las argucias como es Alfredo Pérez Rubalcaba.

Que Joan Mesquida, mando único de la Policía y la Guardia Civil, deje su cargo, pero para pasar a ocupar la secretaría de Estado de Turismo, tal y como ha informado Fernández de la Vega, no supone sino la nota surrealista que está acompañando a un Gobierno que, si cambia, es para hacer aún más evidente su deriva radical.

Si los nombramientos en Interior y Justicia ya evidencian el nulo interés de Zapatero de ceder nada al consenso con el PP, ¿qué podríamos decir de la política exterior con la ya conocida continuidad de Miguel Ángel Moratinos? Con la continuidad del máximo responsable, tras Zapatero, de la deriva tercermundista de nuestra política exterior, la salida de Bernardino León como número dos del Ministerio ni siquiera puede suponer el alivio de perder de vista a quien, tras elogiar públicamente a un ideólogo del fanatismo islamista como Tariq Ramadan, tampoco tuvo reparos en negociar con ETA en Suiza, tal y como recientemente denunciaron los diarios El Mundo y ABC. Más aun si esta salida de Bernardino León de Exteriores supone su entrada en el núcleo duro de Moncloa, tal y como supone su nombramiento como nuevo secretario general de la Presidencia.

A diferencia del "hay que cambiar todo para que todo siga igual" del Príncipe de Lampedusa, lo cierto es que Zapatero, con sus nombramientos, ni siquiera se ha molestado en disimular; señal de que si todo no sigue igual es porque va a ir a peor.

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