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John Stossel

Matones

Estados Unidos necesita jueces dispuestos a decir que no a los abogados matones. También necesita que se imponga por ley la regla de "el que pierde paga". De lo contrario, los parásitos seguirán chuleándole su dinero y su libertad.

"Nosotros no podemos usar la fuerza", fue lo que le respondí a un abogado que me gritaba: "¡Vosotros los de los medios también sois unos matones!" Estábamos discutiendo sobre mi columna en el Wall Street Journal en la que digo que los abogados especialistas en daños y perjuicios son matones y parásitos que se enriquecen por medio de la extorsión. Una extorsión legal, pero extorsión a fin de cuentas.

Estos letrados agresivos y sus defensores, los partidarios de Ralph Nader, no se enteran. O fingen no enterarse. En la vida sólo hay dos maneras de hacer las cosas: voluntariamente o por la fuerza. Nosotros los reporteros podemos ser desagradables, cotillas, estúpidos, groseros, etc., pero no podemos obligar a nadie a hacer nada. Todo nuestro trabajo se produce en la zona voluntaria. Pero los litigios son obligatorios. Cuando alguien presenta una denuncia, el demandado está obligado a defenderse. Si alcanza un acuerdo o pierde, está obligado a pagar las costas y el Estado actúa de vigilante.

En ocasiones necesitamos la fuerza, incluyendo la que hay detrás de los abogados civiles, para proteger nuestras libertades, del mismo modo en que podemos necesitar misiles. Pero si estos no los utilizamos porque entendemos que causan enormes daños colaterales, el hecho es que los pleitos también los provocan. Los millones de dólares desperdiciados en costas legales no se pueden utilizar para fabricar productos que mejoran la calidad de las vidas (y que además las salvan).

Deberíamos evitar utilizar a los abogados exactamente igual que evitamos disparar misiles, pero no lo hacemos. Los fiscales generales incluso los contratan para hostigar a empresarios impopulares, como los fabricantes de armas de fuego. Cuando los abogados ganan de forma fácil un montón de dinero en nombre de "la protección del pueblo", entregan una parte a la campaña política del Fiscal General. Por alguna extraña razón esto no se considera un escándalo.

Las empresas que indemnizan pueden haber hecho algo malo. Pero una vez que un fiscal ha conseguido reunir a un buen número de demandantes, no es difícil aterrorizar a las empresas para que alcancen acuerdos extrajudiciales. Podrían acudir a juicio y tal vez ganar, pero eso distrae a los directores de lo que tendrían que estar haciendo. Y podrían contar con un mal jurado y perder la empresa entera. Es más seguro llegar a un acuerdo.

Nuestro sistema legal invita a los abogados a actuar como matones. Estados Unidos es el único lugar del mundo donde puedo demandar a alguien por razones cuestionables, obligarle a gastar miles de dólares en abogados (por no mencionar costes psíquicos como la ansiedad y la pérdida del sueño que provocan las demandas) y, cuando un juez dictamine que mi denuncia es mera basura, ni siquiera tengo que disculparme. Puedo proceder alegremente a demandar a otro. En otros países, tendría que pagar sus costas legales, para compensarle al menos por parte de los daños financieros que le he causado. Este principio se conoce como "el que pierde paga".

Los abogados han modificado hasta el lenguaje. A la regla "el que pierde paga" le llaman "la norma inglesa", como si fuera alguna extraña ley británica. Pero no lo es. En realidad es "la norma del resto del mundo". Estados Unidos es la excepción, ya que aquí raramente castigamos a los demandantes que emplean mal la fuerza. Estos abogados se ganan la vida litigando, día tras día. La práctica conduce a la perfección. Debido a su influencia, la norma de que el perdedor asuma las costas de demandante y demandado nunca llega al Congreso.

De manera que los abogados siguen intimidando. Tras la emisión de un número del programa de televisión "20/20" dedicado a los abogados matones, los telespectadores enviaron mensajes como éste:

Después de que un acuerdo inmobiliario no saliera adelante, el propietario de los terrenos, un abogado, me demandó por 25.000 dólares en daños. Tras dos años, gané un juicio de faltas, que él apeló inmediatamente. Aún estamos pleiteando a causa de esto, y no hay nada que yo pueda hacer para detener el proceso. Siempre he ofrecido acuerdos, pero hasta hoy he pagado más por mi defensa obligatoria que el dinero objeto de disputa. Si eso no es actuar como un matón, no sé lo que es. Él sigue haciendo todo lo que está en su mano por prolongar el caso, sabiendo perfectamente lo que me está costando. Para cuando todo esto haya terminado y yo "gane", habré gastado 35.000 dólares y bregado con el estrés del caso durante más de 5 años. Somos una familia modesta de clase media. Lo que una vez fue la esperanza de poder pagar la educación superior de mis hijos ahora se acumula en los bolsillos de un abogado. No tengo otra opción que asumirlo.

Estados Unidos necesita jueces dispuestos a decir que no a los abogados matones. También necesita que se imponga por ley la regla de "el que pierde paga". De lo contrario, los parásitos seguirán chuleándole su dinero y su libertad.

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