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Joan Valls

Rashomon popular

Finalmente, la lluvia cesa y el leñador se redime portando en brazos al recién nacido abandonado. Kuroshawa no nos aclara el sexo del bebé, aunque parece claro que no era la niña de Rajoy. Habrá que ponerle nombre.

Los últimos acontecimientos en el Partido Popular recuerdan a Rashomon, la obra maestra de Akira Kuroshawa, en la que un bandido viola a la esposa de un samurai, al que posteriormente asesina. El ladrón, la esposa, el asesinado (a través de una médium) y un leñador ofrecen sus puntos de vista de lo sucedido, cada uno totalmente distinto al otro. El relativismo y el pesimismo impregnan toda la obra y sólo la última escena, con un recién nacido salvado de una muerta segura, aporta algo de esperanza.

Establecer paralelismos directos entre los personajes de Rashomon y algunos de los que pululan por el Partido Popular sería una obscenidad; de ahí que, quizá, lo menos malo sea quedarse con lo esencial: en todo suceso hay tantos puntos de vista como actores, pero los hechos son innegables (salvo en el 11-M).

Si bien los crímenes se producen en el bosque, gran parte de la película transcurre en Rashomon, antaño una de las gloriosas puertas de Kioto, convertida ahora en guarida de forajidos y en estercolero al que se arrojan cadáveres y recién nacidos, y azotada, además, por una lluvia incansable, que ni es fina ni cae en forma de chorrito.

Todos huyen en Rashomon de la verdad, incluso las víctimas de asesinato y violación. Todos parecen tener algo que esconder. Todos parecen justificar las propias miserias. Por eso, puestos a elegir, lo más sensato sería darle algo más de credibilidad a la voz del muerto, transmitida por una médium, del latín medĭum, medio.

Finalmente, la lluvia cesay el leñador se redime portando en brazos al recién nacido abandonado. Kuroshawa no nos aclara el sexo del bebé, aunque parece claro que no era la niña de Rajoy. Habrá que ponerle nombre.

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