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Jorge Vilches

Zapateristas de derechas

Habría que renunciar a la batalla de las ideas, envainar la pluma, encerrarse en los cuarteles liberales, y esperar a que algo suceda. Quizá, con el tiempo, quién sabe. Eso sí, con mucha simpatía. Que no decaiga la fiesta.

Tan seguro está el PSOE de concitar simpatía entre el electorado español que ha encomendado a Jesús Caldera la creación de un think tank progre. Ateniéndonos a la esencia de la izquierda zapateresca, ese hervidero neuronal se dedicará a alimentar prejuicios, emociones y sentimientos para seguir siendo una opción política... simpática. La fundación calderoniana generará un sinfín de grandes palabras, huecas y biensonantes, pronunciadas en medio de un corro de progres internacionales, que mantendrán, qué duda cabe, esa imagen de partido sin pecado concebido.

A grandes pinceladas, los sesudos de Caldera fomentarán la idea del Estado-refugio como solución a la crisis económica. No formularán un proyecto para España; se limitarán a decir que España será lo que los españoles quieran, es decir, lo que los nacionalistas les pidan para reforzar esa atadura de hierro al poder. A partir de aquí, oiremos letanías sobre el cambio climático –la religión secularizada del siglo XXI–, el multiculturalismo como solución a la emigración y el santo y seña de la alianza de civilizaciones.

Nada nuevo, pero al parecer rentable en las urnas. La conclusión parece clara: la simpatía pasa por coincidir con las propuestas estatalistas del zapaterismo, renunciar a la idea de nación española acogiéndose al dictado de la confederación plurinacional y olvidarse del principio de igualdad, obviando que los clásicos del liberalismo (con perdón) ya decían que donde hay privilegios o discriminaciones legales no existe la libertad.

Y atando cabos, la simpatía pasa, entonces, por competir por la misma franja del electorado que el PSOE y por aliarse con idénticos partidos nacionalistas. Esto sería, al fin, darle la razón al Gobierno socialista; es decir, reconocer que los planteamientos del PP estaban equivocados, total e irrevocablemente, y que los populares hubieran hecho bien en "centrarse". Vamos, que eran la "derecha extrema" y que tenían bien merecido el "cordón sanitario" y el Pacto del Tinell.

En definitiva, la solución es convertirse en zapateristas de derechas, corregir el desviacionismo del Gobierno y salvaguardar, así, el nuevo dogma calderoniano de Jesús, el del think tank. Habría que renunciar a la batalla de las ideas, envainar la pluma, encerrarse en los cuarteles liberales, y esperar a que algo suceda. Quizá, con el tiempo, quién sabe. Eso sí, con mucha simpatía. Que no decaiga la fiesta.

En España

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