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Walter Williams

Ansiedad ante la deslocalización

Alrededor del 3% de los empleos perdidos los destruyó la competencia extranjera. La mayor parte se perdió debido a la tecnología, la competencia interna y los cambios en los gustos de los consumidores.

Los candidatos demócratas Hillary Clinton y Barack Obama complacen a los activistas contrarios al libre comercio sugiriendo que de alcanzar la presidencia del país restringirán este tipo de acuerdos. Antes de apoyar ese paraíso prometido, hay unas cuantas cuestiones sobre comercio que cabría estudiar. Suponga que estuviera eligiendo un país donde vivir. ¿Qué lugar preferiría, un país en el que todo el mundo quiere meter su dinero o uno en el que nadie quiere invertir? Examinemos las cifras.

Estados Unidos es el mayor receptor mundial de inversión exterior directa. Según el Informe Económico del Presidente, en 2004 los extranjeros poseían 5,5 billones de dólares en activos americanos y se gastaron 2,3 billones en compras. Además, produjeron 515.000 millones de dólares en bienes y servicios, lo que equivale al 5,7% de la producción total privada americana, y emplearon a 5,1 millones de trabajadores, o el 4,7% de la fuerza de trabajo del país en 2004. Según el Servicio de Estudios del Congreso, sólo en 2006 los inversores extranjeros se dejaron 184.000 millones de dólares en empresas y propiedades inmobiliarias americanas, la cantidad más elevada que los inversores extranjeros han gastado desde 2000.  Mi pregunta a Clinton, Obama y el lobby enemigo del comercio es: ¿mejoraría la vida de los norteamericanos si no hubiera ninguna inversión extranjera en nuestro país?

Según la Oficina de Estadística Laboral, entre 1996 y 2006 se perdieron cada año alrededor de 15 millones de puestos de trabajo mientras que se creaban 17 millones. Eso supone una creación neta anual de 2 millones de puestos de trabajo. Alrededor del 3% de los empleos perdidos los destruyó la competencia extranjera. La mayor parte se perdió debido a la tecnología, la competencia interna y los cambios en los gustos de los consumidores.

Parte de los nuevos puestos de trabajo es fruto de la "relocalización interna". Compañías extranjeras como Nissan, Honda, Nokia o Novartis construyen fábricas, contratan mano de obra norteamericana y pagan salarios por encima de la media nacional. Según el profesor Matthew Slaughter, del Dartmouth College, los puestos de trabajo "relocalizados interiormente" proporcionan a los trabajadores una retribución un 32% superior al salario medio norteamericano. De manera que aquí está mi pregunta a los activistas contrarios al comercio: si la "deslocalización laboral" es perjudicial para Estados Unidos, también tiene que serlo para Japón y los países europeos: ¿les aconsejaría usted devolver los puestos de trabajo a sus respectivos países?

Wal-Mart se ha convertido en el chivo expiatorio de demagogos políticos, sindicatos y activistas contrarios al comercio. Creo que lanzan sus dardos contra la diana equivocada. Se puede descubrir el blanco adecuado respondiendo a esta pregunta: ¿por qué existe y prospera Wal-Mart? Pues porque decenas de millones de norteamericanos encuentran en estos establecimientos un proveedor adecuado de bienes y servicios. Clinton, Obama, los sindicatos y los activistas contrarios al comercio deberían dirigir su ira y sus condenas contra las decenas de millones de norteamericanos que compran en Wal-Mart y lo mantienen a flote.

Hay una gran angustia por la pérdida de puestos de trabajo en el sector industrial. Su número se ha reducido en los Estados Unidos, principalmente como resultado de la innovación tecnológica, un fenómeno mundial. DanielW. Drezner, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago, señala en El coco de la deslocalización (revista Foreign Affairs, mayo/junio de 2004), que el índice de empleo en el sector secundario estadounidense se desplomó entre 1995 y 2002 un 11%. Pero es que globalmente, la caída de empleo en la industria promedió un 11%. China perdió el 15% de sus empleos en ese sector, lo que suponen 45 millones de puestos de trabajo en comparación con los 3,1 millones en Estados Unidos. Esta caída del empleo es una tendencia común a las 10 mayores potencias industriales, cuya producción supone el 75% del total (Estados Unidos, Japón, Alemania, China, Gran Bretaña, Francia, Italia, Corea, Canadá y México).

¿Pero sabe qué? Globalmente, la producción industrial creció alrededor del 30% durante el mismo periodo. Según las investigaciones del Banco de la Reserva Federal de San Louis, la producción industrial norteamericana se elevó alrededor de un 100% entre 1987 y hoy. El progreso tecnológico y la innovación son las causas principales de la caída del empleo. ¿Deberíamos salvar puestos de trabajo en la industria ilegalizando los equipos y la tecnología que ahorran mano de obra?

El economista Joseph Schumpeter se refería a este proceso, observado en las economías de mercado, como "destrucción creativa", consistente en que la tecnología, la innovación y el comercio destruyen algunos puestos de trabajo al tiempo que crean otros. Aunque este desarrollo  conlleve dificultades temporales a una parte de la población, cualquier intento de obstaculizarlo  empeora la situación de todos.

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