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Amando de Miguel

Neologismos

Agustín Fuentes me comunica un neologismo que se utiliza mucho en su empresa: peora. "Es algo que se hace con ánimo de mejora, pero lo que se obtiene es justo el resultado contrario". Me parece un término muy necesario en las organizaciones todas.

Pilar Royo (Barcelona) sugiere que sustituyamos la palabra web –importada y de difícil pronunciación– por "red". Añade: "por una vez, es tan corta en español como en inglés". Por mí, adelante, pero en eso de la informática pesa mucho el dominio del inglés. En donde se demuestra que el imperialismo norteamericano no es tanto económico como cultural.

José Luis Mallagaray Aramburu se plantea cómo vamos a llamar a ese nuevo elemento del paisaje que son los "aerogeneradores". Don José Luis opina que esa palabra es un tanto pretenciosa y difícil de pronunciar con tantas sílabas. La denominación popular de "molinos de viento" resulta inexacta porque no muelen nada. En su lugar, don José Luis ofrece estas posibilidades: aspavientos, tajavientos o rotavientos. Espero la opinión de los libertarios al respecto. A mí me gusta mucho aspavientos.

Jesús Asensio anda intrigado con lo de eutrapelia, una palabra familiar para los libertarios. Cierto es que se trata de un cultismo, pero viene en el DRAE y en cualquier otro buen diccionario. Se trae aquí esa palabra precisamente por el ánimo jocoso que tiene. Eutrapelia es un tipo de broma o chanza que se hace con un sano propósito de pasar el rato. Ese es el espíritu que pretende animar este rinconcillo de las palabras. La idea es que la lengua no sólo sirve para transmitir información sino para solazarse o divertirse, entre otras funciones más serias. Así pues, eutrapelia que algo queda. Por eso mismo, los corresponsales de esta seccionilla nos decimos libertarios, en ese caso con el manifiesto propósito de burlar un poco al diccionario.

Agustín Fuentes me comunica un neologismo que se utiliza mucho en su empresa: peora. "Es algo que se hace con ánimo de mejora, pero lo que se obtiene es justo el resultado contrario". Me parece un término muy necesario en las organizaciones todas. Añade don Agustín su experiencia:

La peora era algo que provenía del desconocimiento y la incompetencia, de la falta de preparación previa, del engreimiento jerárquico, de la soberbia ignorante, de la imposición estructural o de la estupidez crédula y bienintencionada de algún inepto al que le había caído el poder para ponerla en práctica. El resultado de la peora es que aquello sobre lo que se aplicaba funcionaba después de implantarla, pero funcionaba peor, y lo que era aún más grave, este peor era impredecible en muchos aspectos porque impedía incluso una buena valoración de sus malos efectos al desvirtuar cualquier modo de control respecto a los parámetros y resultados que se hubieran dado con un buen funcionamiento. El más grave inconveniente de este engendro es que, para los de fuera, como funcionaba, la cosa era un éxito.

Don Agustín aplica ese nuevo concepto organizativo a la situación política actual: el nuevo gobierno de Zapatero es una gran "peora".

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