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Solbes el anestesista

Lo que España necesita no son chamanes ni curanderos sino un buen médico comprometido con la salud del enfermo.

Si la situación en las últimas semanas era de por sí preocupante en un entorno de desaceleración internacional y con muestras de debilidad, las afirmaciones de líderes socialistas y el plan de choque de Solbes nos hacen ser muy pesimistas. Cuando un enfermo sigue empeorando y los médicos simplemente tratan de evitar el tratamiento, el enfermo no sólo no mejorará, sino que irá a peor.

En primer lugar, Solbes, que hace tres semanas discrepaba rotundamente de las alarmantes previsiones del FMI para la economía española en 2008 –a la que concedía un exiguo 1,8% de crecimiento–, se vio obligado a revisar a la baja las propias previsiones del Gobierno, aquellas con las que se elaboraron los presupuestos del Estado y que durante la reciente campaña electoral consideraba como seguras. España, oficialmente ya, no crecerá al 3,1% sino al 2,3%, teniendo ya en cuenta todo el impacto estimado de las medidas adoptadas por el Gobierno, que como se puede comprobar se otorga a sí mismo una nula eficacia.

Todos los expertos económicos y el propio Gobierno sabían que la previsión de crecimiento económico mantenida durante la campaña era irreal. Pero más que la incompetencia del Gobierno y su falta de ética debiera preocuparnos la resignación de la sociedad española ante un Gobierno instalado en la falsedad sistemática. El Gobierno vuelve a reconocer una mentira más a los españoles, que parecen anestesiados ante la mentira. Y aquí no pasa nada.

En el primer trimestre de 2008 se ha volatilizado la mitad de todo el superávit fiscal previsto para el presente ejercicio: 3.000 millones de euros. Haciendo los cálculos, si la tendencia continúa en los siguientes trimestres, será, como mínimo, 12.000 millones de euros menos. Si a ello le añadimos los 6.000 millones de euros que costará la populista medida de los 400 euros a cada contribuyente, los costes de las prestaciones sociales que aumentarán al incrementarse el desempleo, los cheques bebé y otros compromisos electorales de Zapatero, el resultado es que España entrará en déficit este año. Un déficit que será algo más que una fiebre pasajera. En esta línea no es de extrañar el diagnóstico del FMI que apunta que España ha agotado ya todo el margen de la política fiscal.

Lo más sorprendente no es la falta de escrúpulos de este Gobierno a la hora de cambiar de opinión: hace menos de dos meses, en plena campaña electoral, el propio Solbes negaba dicha necesidad. Hoy los datos no dejan lugar a dudas: descenso de los créditos al consumo, parada de la contratación de hipotecas, baja confianza del consumidor, destrucción de empleos y aumento de la morosidad. El Gobierno, por fin, diría uno, ha recetado un remedio con el que intentará sanar al enfermo. Pero veamos en que consisten estas medidas inconexas a las que el Gobierno ha llamado "plan de choque".

En primer lugar, este plan llega tarde pues unas medidas que buscan evitar la desaceleración deben anticiparse a la situación. Y no será porque no se le avisó. Solbes ha tenido cuatro años para, al menos, prepararse. Haría bien en acordarse cuando desde sus filas se llamaba catastrofistas o antipatriotas a aquellos que alertaban de lo que se avecinaba. En este caso, lo de "más vale prevenir que curar" no sirvió de mucho.

Pero si es mala la equivocación, peor es que Solbes y su equipo persistan en el error al no valorar en su justa medida la gravedad de la situación y las terribles consecuencias que puede tener un empeoramiento de la situación económica para España. No sabemos si por marketing o cálculo erróneo, pero el Gobierno cree que España crecerá por encima del 2,3% cuando muchos analistas piensan que estará por debajo del 2%. Sin ir más lejos, el propio FMI lo reduce al 1,8%.

Nuestros problemas que no precisan "planes de choque" con más gasto público sino reformas estructurales y de calado que ataquen la raíz del problema. En el tratamiento de Solbes no se combaten las dos cuestiones que más afectan a los españoles: la inflación y la consiguiente merma de la renta disponible a final de mes. En este sentido la improvisada, injusta e insuficiente medida de los 400 euros no servirá de mucho ante una inflación que crece muy por encima de la media europea y que sufren las familias españolas cada vez que hacen la compra.

¿Y las otras medidas? Básicamente consisten en acelerar la contratación de obra pública y aumentar la inversión del Estado en el sector de la obra civil para intentar paliar el parón del sector de la vivienda. Y también, una serie de medidas que buscan aliviar ese sector al facilitar la renegociación de las hipotecas, deducciones adicionales por la rehabilitación de viviendas o facilitar los trámites y los avales para la financiación de la construcción de viviendas de protección mediante la utilización del ICO.

Es decir, que lo único que propone el Gobierno es poner más anestesia e intentar camuflar los síntomas eludiendo los problemas más graves y además ya conocidos: la falta de productividad, la falta de competitividad internacional, un sector exterior muy débil y la necesidad de reformas fiscales, laborales y regulatorias que estimulen la inversión.

Este plan de choque no va a servir más que para aumentar el déficit y para lograr una propaganda vacua y cortoplacista. La enfermedad persiste y se agrava mientras Solbes y Zapatero mantienen al enfermo con anestesia. Son como los curanderos, que eternizan el problema sin abordar soluciones. Pero lo que España necesita no son chamanes ni curanderos sino un buen médico comprometido con la salud del enfermo.

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