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Victoria Llopis

Recordando un manifiesto del PSOE

La obsesión de esta gente por la Iglesia Católica es de psiquiatra. La vicepresidenta ha dicho que su Gobierno "no gobernará con ningún ideario religioso". ¿Es que hasta ahora presidía el Consejo de Ministros el imán de la mezquita de la M-30?

Llueven estos días los comentarios al anuncio sobre la posible reforma de la Ley de Libertad Religiosa por parte de la que algunos califican incomprensiblemente como la "cara amable" del Gobierno. Según sus propias palabras, "sólo puede imponerse la Constitución y la Ley", "no gobernaremos con ningún ideario religioso", "no admitiremos –refiriéndose, claro, a la jerarquía católica– imposiciones ni dogmas".

Inmediatamente me han venido a la cabeza varios textos de los Reales Decretos que regulan la Educación para la Ciudadanía, así como un documento clave para entender toda esta ofensiva: el Manifiesto del PSOE en el aniversario de la Constitución en 2006, titulado, precisamente, Constitución, Laicidad y Educación para la Ciudadanía.

Ya resultó llamativo en su momento que el partido en el Gobierno, a propósito de un aniversario de nuestra Carta Magna, hiciera mención a dos cuestiones aparentemente sin conexión con dicho evento: la laicidad, cuando la palabra constitucional es "aconfesionalidad", y una supuesta asignatura del currículo de las enseñanzas básicas.

Decía dicho Manifiesto: "En un momento como el actual, en el que el fenómeno migratorio está convirtiendo a la sociedad española en una sociedad multicultural, es preciso recordar y reafirmar el valor de un principio constitucional, el de laicidad." Con este párrafo comprenderán por qué José Blanco se refería al "mestizaje" como justificación de la reforma. Había oído campanas –"fenómeno migratorio"– pero no sabía de dónde venían. Y reiteramos: la palabra constitucional es "aconfesional", pero insisten en colocar la de "laicidad", que tiene connotaciones muy distintas.

Pero una de sus mejores frases es la siguiente: "Los fundamentalismos monoteístas o religiosos siembran fronteras entre los ciudadanos. La laicidad es el espacio de integración. Sin laicidad no habría nuevos derechos de ciudadanía, serían delitos civiles algunas libertades como la interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio entre personas del mismo sexo... y dejarían de ser delitos el maltrato a la mujer, la ablación o la discriminación por razón de sexo. Sin laicidad sería difícil evitar la proliferación de conductas nada acordes con la formación de conciencias libres y críticas y con el cultivo de las virtudes cívicas." Como puede verse, de forma abyecta asimilan "fundamentalismo religioso" –con sus connotaciones de violencia y terrorismo– con "religión monoteísta". De esta forma, la pista para generar odio hacia la religión monoteísta mayoritaria en nuestro país está servida. Y por cierto, "la interrupción voluntaria del embarazo" no es una "libertad" sino un delito, aunque despenalizado en ciertos supuestos.

Y asociaban todo esto con Educación para la Ciudadanía de la siguiente manera: "En una sociedad cada vez más plural, en la que se hallan en circulación pluralidad de códigos éticos (...) los poderes públicos deben contribuir a la formación de conciencias libres, activas y comprometidas con el mínimo común ético constitucional, esto es, con el patrimonio común de valores constitucionalmente consagrados (...) Queremos manifestar nuestro compromiso con el fomento inobjetable de la ciudadanía como eje de la democracia y por ello nos congratulamos de la creación de una nueva materia curricular que no hará sino fortalecer dicho valor."

Si hubieran hecho caso del Dictamen 2521/2006 de 21 de Noviembre del Consejo de Estado al Real Decreto de Secundaria sabrían que "no puede formar parte de los aspectos básicos del sistema educativo, sustraídos a la libertad de enseñanza garantizada en el artículo 27 de la Constitución, la difusión de valores que no estén consagrados en la propia Constitución, o sean presupuesto o corolario indispensable del orden constitucional". Y por ello también deberían estar más calladitos para no hacerse notar los dirigentes de cierta confesión religiosa que quiere ser tan igual a la católica: entre los valores constitucionales está la igualdad entre hombres y mujeres, por lo que ciertos "valores" de cierta religión no encajan en nuestra Constitución.

Desde el primer momento en que vimos los Reales Decretos de EpC nos entró a muchos la risa, si no fuera porque revelaba algo muy preocupante, al leer que uno de los objetivos de la supuesta asignatura es, nada más y nada menos, que "Poner énfasis en la formación de un espíritu crítico, capaz de cuestionar dogmas". ¿Quién, sino la Iglesia Católica, sustenta hoy en día "dogmas" como tales? Es una palabra intrarreligiosa, por decirlo así; no tiene la menor connotación civil. Pero ya ven: se ha convertido en objetivo de la Educación para la Ciudadanía.

La obsesión de esta gente por la Iglesia Católica es de psiquiatra. La vicepresidenta ha dicho que su Gobierno "no gobernará con ningún ideario religioso". ¿Es que hasta ahora presidía el Consejo de Ministros el imán de la mezquita de la M-30? ¿Por eso dijo Zapatero que la fe no se legisla? ¿No será más bien que hasta ahora sí hemos estado gobernados bajo un credo muy concreto, el laicista radical de Zapatero? ¿Será que en un ataque inesperado de democratitis, nos van a conceder a los españoles por fin la separación del poder político del credo religioso de este Gobierno?

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