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Las vidas de Hillary

Si hay algo meridiano en este proceso, es que el partido demócrata está nítidamente escindido en una serie de categorías sociales y cada una mantiene una lealtad inconmovible a su preferido y un rechazo creciente al rival.

Mientras hay vida hay esperanza, reza el dicho. Hillary le ha dado la vuelta: mientras mantenga la esperanza sigo viva, y ha convertido en papel mojado los incontables certificados de defunción que le fueron expedidos en la noche de las primarias en Carolina del Norte e Indiana, el pasado martes 6. Perdió por 15 puntos en la primera y ganó por sólo 51-49 en la segunda. Tiene el agua no al cuello, sino al borde del labio. Según casi todo el mundo, habría consumido ya sus siete vidas, pero a ella las cuentas le salen diferentes y quiere llegar hasta el final y parece que ni la atroz sequía de donaciones que aflige su campaña puede tumbarla. O la echan o no se va.

Los Clinton han recurrido a su privado y nada magro peculio y malo será que no les llegue hasta el tres de junio, aunque fuera con actividades de campaña reducidas al mínimo. Su organización electoral debe en este momento 20 millones de dólares, 11 de ellos a sí mismos, mientras que Obama nada en dinero. La victoria el martes trece en Virginia Occidental supone una modesta inyección económica y energética.

Lo más alarmante para ella de sus resultados en Carolina del Norte e Indiana, el 6, fue que Obama realizó pequeñas mejoras porcentuales en los cortes demográficos que prefieren a Hillary. Lo mejor de su victoria por cuarenta puntos el 13 en Virginia Occidental es que ha vuelto a confirmar posiciones en esos sectores sociales. Siendo un estado blanco y pobre, una gran victoria se daba por descontada y Obama lo reconoció de antemano. Nada cambia en el cómputo general de factores relevantes para la convención de Denver. Pero disminuye la enorme presión del partido y la prensa sobre la señora Clinton para que abandone. Lo que viene detrás, Kentucky y Oregón, tampoco suma mucho y no tiene posibilidades de cambiar la aritmética electoral de forma apreciable, pero son estados con características sociales similares a las de Virginia Occidental, donde de nuevo espera grandes victorias. Lo mismo se puede decir de Puerto Rico, porque los latinos, exceptuando a los cubanos, son suyos.

Si hay algo meridiano en este proceso, es que el partido demócrata está nítidamente escindido en una serie de categorías sociales y cada una mantiene una lealtad inconmovible a su preferido y un rechazo creciente al rival. Cuáles serán las consecuencias a la hora de la verdad el 4 de noviembre está por ver, pero seguro que tanto mayores cuanto más se prolongue la pelea interna.

Estas interminables primarias han sido objeto de grandes y bruscos virajes y quién sabe si Obama no tendrá un tropezón de última hora, una revelación sorprendente y dañina. Esa es para la aspirante una razón desesperada para continuar. Mucho mas importante es que su competidor se perfila, de momento –no olvidemos los virajes y la enorme desventaja genérica de los republicanos– como perdedor frente a McCain y eso obliga a los superdelegados demócratas a elegir entre un posible perdedor de las elecciones y una perdedora de las primarias, que en ese caso dejaría de serlo. El supuesto actual, de momento, una vez más, es que optar por la segunda aumentaría muy poco las posibilidades de victoria y les haría mucho más daño a los demócratas. De ahí que Obama siga mejorando su tanteo entre los notables del partido de sufragio libre, los superdelegados, habiendo ya superado a Hillary en promesas de voto.

Todo el esfuerzo clintoniano está destinado a contener ese goteo que últimamente parece inexorable y lograr que los que no se han prometido todavía con Obama retengan su compromiso hasta la convención de Denver, a finales de agosto. Se trata de que el senador por Illinois no sume la mitad más uno de delegados de todo pelaje y condición y que no llegue al cónclave del partido con el puesto en sus manos. Como último alarde de ingenio, los clintonianos se han sacado de la chistera que la cifra no son los 2025 mencionados desde hace meses, sino más alta, como si los delegados de Michigan y Florida no hubieran sido vetados. Se quedarán vacías sus sillas, pero quiere que formen parte del cómputo. Ya que no puede darle alcance, le pone sube el listón un poco más. También ha anunciado que, si no le es favorable, recurrirá la resolución sobre los casos de esos dos estados que se precipitaron adelantado sus votaciones. Que no quede duda. La dama sigue.

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