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Álvaro Bardón

Menos impuestos, menos pobreza

Los socialistas quieren estatalizarlo todo, desconfían de la libertad porque son totalitarios; su modelo es la Unión Soviética o Cuba y no Estados Unidos.

En rigor, los impuestos son un robo a los trabajadores, que se ven obligados a pagarlos aunque después se malgasten. Algo que es cada vez más común en nuestro entorno y parece no tener remedio, por el clásico enfoque dogmático del socialismo, que considera pecaminoso el libre gasto personal: es el Estado el que sabe lo que nos conviene; los ciudadanos somos tontones, porque no hemos tenido esa revelación "de clase" que ilumina a los marxistas y sus derivados.

Los impuestos son un saqueo, pero si usted no los paga, lo van a perseguir y reducir a la fuerza para llevarle a la cárcel. Como ladrón o carterista, usted se puede defender de alguna manera. Pero con los impuestos, ¡preso y sin fianza!, porque se ofende al Dios Estado, el único verdadero para los socialistas. Por eso los impuestos siempre deben aumentar y reducirlos es una herejía.

Después de llegar a un mínimo relativo en Chile hacia 1989, el gasto público no ha dejado de subir sin que se justifique de ninguna manera. ¿Qué grandes proyectos estatales ha habido desde 1990? Algo en educación pero de igual o peor calidad, excepto en el nivel universitario y técnico, donde se admitieron la gestión e inversión privada. En lo demás, puros funcionarios sin aumento de productividad, pero sí del coste. ¿Salud? Un poquito más, pero con las colas y la mala atención clásicas del Estado benefactor. ¿Pensiones? Es de esperar que no recaigamos en el inviable sistema antiguo, que discriminaba a los "obreros" y favorecía a los más pudientes. Cuando los socialistas hablan de volver al "solidario" sistema antiguo, dan ganas de hacer las maletas e irse. Así como cuando quieren "eliminar el lucro", esto es, los rendimientos por la inversión en educación superior. Parece que el objetivo es que no vuelva a crecer, y menos sin el control de los sabios socialistas pagados por el Estado. Es decir, debemos volver a una población de unos 90.000 universitarios, en lugar de los 600.000 actuales.

El aumento del gasto público de los últimos 18 años es un desastre. Puedo afirmar que congelar dicho gasto aumentaría nuestro bienestar. Pero, claro, habría que flexibilizar el mercado laboral y favorecer la iniciativa empresarial, para que aumenten el empleo y los ingresos de los pobres. En todo esto la Concertación no tiene política, quizás por considerar que la mayor tributación y el gasto público lo resuelven todo automáticamente. Más que subir dogmáticamente los impuestos, habría que evaluarlos, redestinarlos hacia los más pobres y la inversión privada, crear exenciones tributarias para la beneficencia, flexibilizar jornadas, sueldos, trabajo femenino, infantil, etcétera. No puede ser que ahora prohíban ser cuidador, arreglar jardines, empaquetar y otras tareas que tradicionalmente ha hecho la gente con baja calificación.

La flexibilidad laboral y productiva es clave para la erradicación de la pobreza, al igual que incentivar la beneficencia y las organizaciones sin ánimo de lucro. Pero los socialistas quieren estatalizarlo todo, desconfían de la libertad porque son totalitarios; su modelo es la Unión Soviética o Cuba y no Estados Unidos. Las regulaciones socialistas de jornadas, salario mínimo, indemnizaciones y tantas otras han hecho que en Chile trabajen unos dos millones menos que el equivalente de otros países. Esto, que explica la recurrente mala distribución del ingreso, no está tratado en El Capital de Marx ni en la teoría sobre la lucha de clases, así que resígnense a la pobreza, que es el resultado del constructivismo socialista y no del capitalismo libertario.

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